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ALMENDRAL: España; Las Españas, como decimos tú yo mocita, casi...

España; Las Españas, como decimos tú yo mocita, casi quinientos cinco mil kilómetros cuadrados, contenedor de más de cuarenta y seis millones de personas, que forman una unidad de destino en el cabreo permanente y donde, la familia que roba unida permanece unida, patria del quiero y no puedo donde habitualmente se estira más el brazo que la manga. Único país, (europeo según unos, africano según otros) que conozco en el que nos vigilamos unos a otros con el rabillo del ojo y estamos siempre dispuestos a ponerle la zancadilla hasta al mismísimo lucero del alba y que, si vemos a alguien caer aunque sea por accidente nos reímos de él a mandíbula batiente e intentamos, si es posible, distraerle la cartera. Tierras de filias y fobias enquistadas siempre por la cizaña de la envidia y de la mala leche donde, si pudiera ser, nos quedaríamos tuertos con tal de ver, a nuestros opositores ciegos.

Las Españas, las nuestras, mosaico de territorios, ciudades, pueblos, aldeas y páramos, donde cohabitan gente que con harta dificultad se entienden unos con otros y que, por un quítame allá esas pajas, porque por un me has mirado mal o porque, qué se creerá el tonto este de capirote, nos liamos a puñaladas o empuñamos los garrotes. Tierras, donde no pueden faltar los conejos, los burros para trabajar a cambio de pesebre escaso ni los toros para dar cornadas, ni las bífidas lenguas encargadas de sembrar de odios y animadversiones los lugares por donde pacen, (que no siempre es donde nacen).

España, nombre de origen incierto cuya paternidad se imputa a diversos y antiguos repobladores y cuestión; como no podía ser de otra forma) en la que no estamos de acuerdo y menos, con el concepto españoles y que, si a alguien se le reconoce algún mérito, es cuando ya está más que muerto.

La de la guerra civil perpetua desde siglos ancestrales, la de los ascetas, la de las sanguijuelas y mamíferos aferrados sempinternamente a la teta e izados en el disparate.
La de sonaja y pandereta,
la de cerrado y sacristía
amante de Frascuelo y de María
y un pueblo infeliz
y de alma quieta.

España, nuestras Españas. Las que nos duelen en el alma. Esas que todos los días unas mentes preclaras se esfuerzan para cambiar al precio que sea y haga falta con tal, que el resultado que salga se acomode a sus conveniencias y circunstancias.

¡Ay.., España!, cuánta buena gente dio por ti lo único bueno y válido que tenía, su sangre y su inteligencia, y para sacarle ambas, le abrieron tantos ojales que por ellos se fue su vida.

Salud

.- Veo que están machacando las fotos.
.- Los ha pillado la motorola, se nota que (ella-él), a pesar de lo que te dijo mi amigo el de El Prat por teléfono; Piri, no es ni fue nunca un lince.
Un abrazo y no te rindas.