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ALMENDRAL: Lo malo que de que haya gente con unos cuantos años...

Lo malo que de que haya gente con unos cuantos años encima, es que recuerden. Y yo recuerdo recia moza, que siendo niño y cárnico en L´almendral, la actual Carcundia, una vez vino “El Generalísimo” a la provincia de Badajoz, supongo que para supervisar la zona y su obra, y los maestros y maestras de entonces, nos dieron a todos los niñas y niñas, párvulos incluidos, banderitas de papel y nos sacaron de las escuelas para llevarnos de excursión hasta El Altozano, donde hoy hay un bar y una gasolinera. Allí esperamos todo el rato bien alineados en la cunetas hasta que pasó la caravana arropando a un coche negro en el centro con las cristales subidos, en el cual, según decían, iba. También había hombres y algunas mujeres. Los hombres eran los braceros del campo a quienes aquél día tan especial, le habían concedido fiesta y un bocadillo.

Venían de la parte de Barcarrota y al avistar el primer coche que descumbró el badén que había a la altura de la era de Aquilino, donde arranca el camino de las Esterqueras, quienes nos controlaban, nos dijeron a todos que gritáramos Franco Franco Franco, y agitáramos las banderitas de papel. Fue visto y no visto.

Luego, a los hombres, les dieron unos bocadillos y unas botas de vino y los subieron a unos, en los coches de punto; primero los patronos y caballeros vestidos de azul, y a otros, en la caja de un camioncillo de cinco mil kilos que tenía uno del pueblo, que dio dos viajes, de píe, porque eso de la seguridad, los cinturones y esas mariconaditas, como es obvio, no estaba de moda. Había que ser y portarse como verdaderos machos. El caso es que los llevaron a todos a la ciudad para que siguieran aplaudiendo en un mitin que hicieron allí.

Luego algunos, los más hombres, se fueron a la Calle del Burro y, al caer la noche y la mitad medio borrachos, los trajeron otra vez al pueblo, donde contaron sus hazañas y que habían estado a punto de caerse todos en el Puente Chicaspiernas y lo grande que había sido todo.

Algunos de los hombres del pueblo que no tenían trabajo, los más malos, se fueron al campo aquél día. A nosotros, los niños y niñas nos llevaron después a los colegios y nos dieron una gran lección de espíritu patriótico al que ya estábamos muy acostumbrados pero, que tampoco entendimos porque éramos demasiado chicos. Excepto que había pasado por allí un ser divino y habíamos sido testigos.

Te digo todo esto moza recia, porque acabo de leer en el foro de la Plaza Chica, que los hombres y mujeres que han ido hoy a los madriles, mayormente para que los bancos y la patronal se enteren que no se puede chupar tanto y con tanta desmesura, porque se puede romper la cuerda si se tensa en demasía, que, los que han estado allí, han sido llevados, les han dado bocadillos y les han dicho lo que tienen que tienen corear, más o menos, como se hacía en aquellos días que te cuento. Y es que, la cabra siempre tira al monte.

Le ha faltado al autor o congregación de autores del escrito, acabarlo con un ardoroso ¡viva Franco!
Exclamación que ya me duelen los ojos, y otras cosas, de leer, sobre todo en Badajoz y sus alrededores, Lalmendral incluido.

Es el problema añadido a los tiempos de crisis, que salen dictadorzuelos hasta de debajo de los peñascos. Problema al que, naturalmente, hay que dedicarle la máxima atención porque, en cuanto nos descuidemos los españolitos, nos la vuelven a meter cuadrada con la vaselina de las buenas palabritas y el presunto respeto que, analizando despacio, no es otra cosa que un profundo desprecio a todo pensamiento que no se ajuste a su idea de la maniobra.

¡Ojo!

Salud.