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Cuando los que entiende dicen que nadie ha pintado la guerra como lo hizo D.. Francisco de Goya y Lucientes, será porque es verdad. Porque es verdad que la vivió y la padeció y por eso la pintó descarnada y cruda, tal cual es.
Ahora dicen que el Coloso no es una obra suya, que es de un alumno que lo admiraba, pues vale, quizá sí, pero, lo cierto es, que ante su imponente presencia, la gente, los animales y todo lo que se menea en este planeta azul, huyen despavoridos en todos direcciones.
Mirando este cuadro y el de Saturno devorando a uno de sus hijos, mi obtuso cerebro duendil no puede evitar una odiosa comparación entre lo que se ve y se oye por los madriles y lo que se escribe y se lee en este forete nuestro. Ni que decir tiene, por sabido, a quien quiere devorar Cronos en este asentamiento agrario de tan florido e inmaculado nombre y de tan alta prosapia. El caso es, que está en ello desde ya hace tiempo. Que lo consiga o no, es cosa que veremos con el tiempo, que es el encargado de dar y quitar razones, aunque de momento ratas hay que no cejan y poco a poco cual termitas, van haciendo sus acostumbrados estragos.
Por cierto, ¿el Garganta Profunda de los chicos de Rajoy en la capital del Imperio, será almendralense o será almendruco al servicio del Saturno de los tiempos que están corriendo? ¿De momento, Esperancita dice que no hay tal trama y que todo es un infundio del Maligno (léase Bambi) para desposeerla de sus prebendas, pero nunca se sabe mocita, porque cuando los dioses juegan con fuego o con las perritas, el pueblo siempre sale chamuscado o más esquilmado que los bolsillos de un carbonero en lo alto el Monte Jacho. Y si no, que se lo pregunten a los del Monte Porrino, a quienes un grupo encabezado por otro dios menor, le ha ganado por la mano la partida del asunto jamonero y han acuñado en su beneficio la marca Monsalud y, me pregunto si no habrá cierta relación entre combustibles, bellotas y otros pastos.
Salud
Ahora dicen que el Coloso no es una obra suya, que es de un alumno que lo admiraba, pues vale, quizá sí, pero, lo cierto es, que ante su imponente presencia, la gente, los animales y todo lo que se menea en este planeta azul, huyen despavoridos en todos direcciones.
Mirando este cuadro y el de Saturno devorando a uno de sus hijos, mi obtuso cerebro duendil no puede evitar una odiosa comparación entre lo que se ve y se oye por los madriles y lo que se escribe y se lee en este forete nuestro. Ni que decir tiene, por sabido, a quien quiere devorar Cronos en este asentamiento agrario de tan florido e inmaculado nombre y de tan alta prosapia. El caso es, que está en ello desde ya hace tiempo. Que lo consiga o no, es cosa que veremos con el tiempo, que es el encargado de dar y quitar razones, aunque de momento ratas hay que no cejan y poco a poco cual termitas, van haciendo sus acostumbrados estragos.
Por cierto, ¿el Garganta Profunda de los chicos de Rajoy en la capital del Imperio, será almendralense o será almendruco al servicio del Saturno de los tiempos que están corriendo? ¿De momento, Esperancita dice que no hay tal trama y que todo es un infundio del Maligno (léase Bambi) para desposeerla de sus prebendas, pero nunca se sabe mocita, porque cuando los dioses juegan con fuego o con las perritas, el pueblo siempre sale chamuscado o más esquilmado que los bolsillos de un carbonero en lo alto el Monte Jacho. Y si no, que se lo pregunten a los del Monte Porrino, a quienes un grupo encabezado por otro dios menor, le ha ganado por la mano la partida del asunto jamonero y han acuñado en su beneficio la marca Monsalud y, me pregunto si no habrá cierta relación entre combustibles, bellotas y otros pastos.
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