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ALMENDRAL: Ay.... biberón biberón, a ti a tu álter ego femenino...

Ay.... biberón biberón, a ti a tu álter ego femenino ya os vi el plumero la primavera pasada por Alconétar, ese puente; tú ya sabes. Mejor dicho, ya te lo había visto antes, pero antes de lo Mangraners. Yo sí hice fotos en aquél evento y tú estabas en el con tu cohorte, camuflado como de costumbre y sin pagar como de costumbre. Es una costumbre......

Esta es tu frase que te recuerdo por si tienes los reflejos tan oxidados como parece:
“La cuestión es que en Los Mangraners de Lérida sentí un tufillo algo raro, me imagino que estaría por los alrededores, lástima de no haberlo tenido en cuenta para sacarle una foto aver que tal sería representarlo a nivel internacional, claro que ahí no le iban a pagar el viaje y las viandas”.

Sigue, que estás en buena compañía con la hidra de Lalmendral y vais bien para Andorra.

Ahora ya en serio, mocita recia, recia mozuela.
Hoy te voy a contar cómo funciona eso del CACIQUISMO.
Es un sistema político que hunde sus raíces en el siglo diecinueve y alcanzó su culminación en tiempos de Cánovas y Sagasta. Se daba mayoritariamente en el mundo rural y llegó vivo hasta bien entrada la cuarta decena del siglo diecinueve en el que, con la instauración de la Segunda República y el voto secreto y universal, mujeres también con derecho a voto, se les acabó el cachondeo y el biberón a los fantoches de cartón piedra que lo controlaban. Aunque las mujeres estaban muy influenciadas por ciertos anquilosados estamentos, lo que dio lugar en las primeras elecciones en las que participaron, a que las ganaran lo que hoy podríamos llamar la contrarreacción, o retroceso del mundo progresista con ideas de futuro. Lo que confirmó las ideas de Clara de Campoamor. Asunto que se arregló en las siguientes elecciones, cuando ya votaron con más conocimiento de causa.

En la España predominantemente rural, las tierras de la Meseta central y del Sur de la Península resultaron ser el campo abonado donde este sistema se desarrolló con toda comodidad y, contra el mismo, hicieron lo que pudieron nuestro paisano el ex-agustino José Segundo Flores, el piedrahitense José Somoza y Muñoz, y, el también paisano nuestro, el torreño Ramón Tristancho García, además de una multitud de personas (muchas de ellas procedentes de ámbitos católicos pero sobre todo, de una sociedad constreñida y sometida a leyes tan injustas como arbitrarias y desiguales.

Eran los caciques, y en algunos sitios hoy también los son todavía, son personas con poder económico, que cuentan con un séquito de gente que trabaja para él y que formado por grupos armados, eran capaces de intimidar a sus convecinos que saben, que si las cosas no transcurren según los deseos del cacique, pueden sufrir daños físicos y además, estaban condenados a no encontrar trabajo en la localidad, por lo que la gente en su mayoría analfabeta, se prestaban al trapicheo de los votos siempre en beneficio de un reducido grupo local.
Así, de pueblino en pueblino, se iba haciendo grande la bola que permitía que en el gobierno estuvieran siempre los mismos estamentos sociales.

Hubo un cacique de Motril (Granada) que acuñó esta frase que una idea de cómo funcionaba la cosa, cuando tubo el resultado de las elecciones, e lo llevó al casino local. Le echó una ojeada y, delante de sus correligionarios, dijo:

“Nosotros, los liberales, estábamos convencidos de que ganaríamos las elecciones. Sin embargo embargo, la voluntad de Dios ha sido otra. Al parecer, hemos sido nosotros, los conservadores, quienes hemos ganado las elecciones”.
Te cuento esto, porque observo que últimamente, se está haciendo todo lo posible, para volver a aquél estado de cosas y, si no te lo crees, mira lo que escriben por esos foros los adláteres defensores de semejante sistema. Y eso, que estamos en la segunda década del primer siglo del tercer milenio.

Salud