Por las veredas de los versos arrítmicos,
por los senderos de los sueños de los poetas,
por los picachos donde viven los anacoretas;
por esos vericuetos y otros, van los cárnicos
duendecillos que si se tercia, y,
sin dejar que los arrastre la inercia,
lían la zamorana en su siniestra
y capean los aguijones con la diestra,
más maestra; y capaz de resolver
en cuestión de un santiamén,
todo aquello que tenga algo que ver
con roles o juegos de cacumen.
Y es que no en balde y
sea por hache o por be,
sufrieron más de una vez
y sin saber muy bien por qué,
descargas de ira descontrolada
por parte de gente amaestrada,
en las artes de hacer padecer
a seres que; indefensos, imploraban
la ayuda que ellos necesitaban y
se cobijaban, temblorosos y ateridos,
al calor de la mano que un amigo
desconocido, sin prejuicios manidos
tendía, temiendo se la amputara el cánido.
Así que.., veamos mocita recia
si de una vez, dices a gritos y en voz baja,
a todos aquellos que llenan su tinaja
usando el temor en añeja creencia
necia, que es la hora de mirar el alba,
pues, si el miedo se mete en la mente,
o te deshaces del o de esa gente
que muy zorras, van con suavidad de malva.
Salud.
por los senderos de los sueños de los poetas,
por los picachos donde viven los anacoretas;
por esos vericuetos y otros, van los cárnicos
duendecillos que si se tercia, y,
sin dejar que los arrastre la inercia,
lían la zamorana en su siniestra
y capean los aguijones con la diestra,
más maestra; y capaz de resolver
en cuestión de un santiamén,
todo aquello que tenga algo que ver
con roles o juegos de cacumen.
Y es que no en balde y
sea por hache o por be,
sufrieron más de una vez
y sin saber muy bien por qué,
descargas de ira descontrolada
por parte de gente amaestrada,
en las artes de hacer padecer
a seres que; indefensos, imploraban
la ayuda que ellos necesitaban y
se cobijaban, temblorosos y ateridos,
al calor de la mano que un amigo
desconocido, sin prejuicios manidos
tendía, temiendo se la amputara el cánido.
Así que.., veamos mocita recia
si de una vez, dices a gritos y en voz baja,
a todos aquellos que llenan su tinaja
usando el temor en añeja creencia
necia, que es la hora de mirar el alba,
pues, si el miedo se mete en la mente,
o te deshaces del o de esa gente
que muy zorras, van con suavidad de malva.
Salud.