¿Qué culpa tendrá el tomate que ahora nos venden en lata?
Y menos, el que arrancan en Caracas y nos vende aquí una mulata.
¿¡Qué culpa mocita!?, ¿qué culpa puede tener un vegetal tan bonito?
Colorado, redondito, de pera o achaparrado y gordito
si, partido por la mitad y untado un poco con sal
es como el néctar que alimenta a cualquier ser celestial.
Ahora dicen los sabihondos que es rico en ácido úrico,
pues yo creo, que no es ni más ni menos que un alimento
especial que con aceite de olivo y un ajo bien picaico
alimenta al señorito, al bracero, al sacristán, al peripuesto
y hasta a las niñas que están todas más buenas que el pan.
¡Qué pan, mocita, qué pan! Recién sacao del jorno y goliendo
tal como güele, calentito y con la corteza tostá.
Mojao con aceite también, y con zumo de tomate refregao,
y con azúcar si hay porque si no, a palo seco o con agua,
o con vino de la tierra, que calienta más, entrá mejó
y le va muy bien a las cluecas para mantené la caló.
Así cantaba al meyodía del fruto sus excelencias
con tristeza aquel gañan que, al destapar su fiambrera
de corcho hecha encontró que sólo había dentro
un cacho tocino rancio y echó en falta al menos,
un pepino para desengrasá y podé tragá.
Como na había y como por entonces también llovía,
se acercó hasta un manantial que de entre unas yerbas salía
y junto al mismo se sentó a degustar el manjar
y con el hueco de sus manos agüita fresca bebía
diciéndose entre bocado y trago, ¡qué mala suerte la mía!,
pero se le dio bien el día y comió de postre unos berros.
Hasta que un día:
Oyó a unos perros que en la lejanía ladraban
al ver cómo junto a ellos pasaba una caravana
de carretas y carretones con toldos multicolores
tirados, por mulos y burros con los lomos redondeados.
Dejó la yunta con su arado y sin pensarlo dos veces,
en su pos siguió y se hizo él también gitano
de esos que iban por los rodeos y comían casi de tó
previo pago de su importe y sin ningún regateo
porque nada más pagaban el porte.
Y ya ves moza, se hizo grande y luego mayor,
y ahora escribe verso ramplones
con más buena voluntad que hambre
dedicados, no a la Fuente del Parque,
sino a Flores, sus ya antiguas flores.
Salud.
Y menos, el que arrancan en Caracas y nos vende aquí una mulata.
¿¡Qué culpa mocita!?, ¿qué culpa puede tener un vegetal tan bonito?
Colorado, redondito, de pera o achaparrado y gordito
si, partido por la mitad y untado un poco con sal
es como el néctar que alimenta a cualquier ser celestial.
Ahora dicen los sabihondos que es rico en ácido úrico,
pues yo creo, que no es ni más ni menos que un alimento
especial que con aceite de olivo y un ajo bien picaico
alimenta al señorito, al bracero, al sacristán, al peripuesto
y hasta a las niñas que están todas más buenas que el pan.
¡Qué pan, mocita, qué pan! Recién sacao del jorno y goliendo
tal como güele, calentito y con la corteza tostá.
Mojao con aceite también, y con zumo de tomate refregao,
y con azúcar si hay porque si no, a palo seco o con agua,
o con vino de la tierra, que calienta más, entrá mejó
y le va muy bien a las cluecas para mantené la caló.
Así cantaba al meyodía del fruto sus excelencias
con tristeza aquel gañan que, al destapar su fiambrera
de corcho hecha encontró que sólo había dentro
un cacho tocino rancio y echó en falta al menos,
un pepino para desengrasá y podé tragá.
Como na había y como por entonces también llovía,
se acercó hasta un manantial que de entre unas yerbas salía
y junto al mismo se sentó a degustar el manjar
y con el hueco de sus manos agüita fresca bebía
diciéndose entre bocado y trago, ¡qué mala suerte la mía!,
pero se le dio bien el día y comió de postre unos berros.
Hasta que un día:
Oyó a unos perros que en la lejanía ladraban
al ver cómo junto a ellos pasaba una caravana
de carretas y carretones con toldos multicolores
tirados, por mulos y burros con los lomos redondeados.
Dejó la yunta con su arado y sin pensarlo dos veces,
en su pos siguió y se hizo él también gitano
de esos que iban por los rodeos y comían casi de tó
previo pago de su importe y sin ningún regateo
porque nada más pagaban el porte.
Y ya ves moza, se hizo grande y luego mayor,
y ahora escribe verso ramplones
con más buena voluntad que hambre
dedicados, no a la Fuente del Parque,
sino a Flores, sus ya antiguas flores.
Salud.
¡Que suerte tienen tus flores!, un placer leerte, salud.
¿Toucheé?, abrazo correpondido.