Verás te cuento mozuela, Sitges es un bonito pueblo de la costa barcelonesa. A el se llega por carretera desde la ciudad de los Condes Reyes siguiendo la llamada Autovía de Castelldefels, que es la prolongación por el Sur de la Gran Vía de les Corts Catalanes y, al llegar al Macizo del Garraf, si tienes dinero para pagar el peaje a mi parecer más caro de toda España, sigue por unos túneles que prácticamente te dejan en el pueblo o, si te apetece disfrutar de unas magníficas vistas al mar, sin pagar, puedes seguir por una carretera de montaña recientemente arreglada que también te dejan en el sitio. Son unos minutillos más y ya te digo, las vistas son muy buenas. El primer que hay después de Castelldefels, es Garraf, Una maravilla, con un hermoso puerto de recreo. Luego ya y tras muchas vueltas y revueltas, una fábrica de cementos también con puerto, calas varias, una de ella llamada Cala Moriscos, donde se practica el nudismo y unas cuantas revueltas más, Sitges, paraíso acogedor. Histórica ciudad adelantada a muchas cosas. Siguiendo hacia el Sur por la línea de costa, en un montículo, está el hotel donde ahora están reunidas las personas que “dicen” quitan y ponen gobiernos y manejan a su antojo los mercados. A saber de qué estarán hablando en ese su particular seminario.., quizá estén hoy también Montilla y Rodriguez Zapatero y puede que también la Reina Doña Sofia.
Hace ya tiempo, conocí estas calas y costa acantilada porque un catalán amiguete mio que tenía por sobrenombre Pere el Musclaire, (pronuncia: Pera = Pedro el Mejillonero) me llevaba a coger mejillones “de roca” y caracolas de mar, y también “pechinas” (almejas). Donde las olas rompen contra las piedras o rastrillando la arena. Nos lo pasábamos de chupa pan y moja y, además vendíamos la mercancía que no consumíamos por los bares. De estos bichejos tan sabrosos cada vez quedan menos, por desgracia o por la insensatez humana. El Pere, ya está una miaja mayor y no tiene los güesos como para cinchar su cuerpo con plomos que le faciliten las continuas subidas y bajadas desde la superficie a los fondos arenosos o rocosos, quizás, para mantenerse en superficie dejándose mecer al compás del vaivén del oleaje, como una rara ave acuática con grandes ojos de cristal ensalivados por dentro para que no se empañen.
En tierra, abunda el pino carrasco, la palmera del Garraf, en cuya anatomía se inspiró Gaudí para sus trabajos de forja, els garrofers o algarroberos, tomillo y romero y más flora mediterránea.
Los turistas extranjeros abundan más que los mejillones. Y Gays y lesbianas, y gente del cine y la farándula. Y sus carnavales. Y sus alfombras en las calles hechas con pétalos de flores. Y gente de toda condición y pelaje. En fin, unos sitios y pueblos que merecen ser visitados.
Pues ahí, ahí se han juntado los que te dije antes. ¿Arreglarán algo? Ya veremos...
Salud.
Hace ya tiempo, conocí estas calas y costa acantilada porque un catalán amiguete mio que tenía por sobrenombre Pere el Musclaire, (pronuncia: Pera = Pedro el Mejillonero) me llevaba a coger mejillones “de roca” y caracolas de mar, y también “pechinas” (almejas). Donde las olas rompen contra las piedras o rastrillando la arena. Nos lo pasábamos de chupa pan y moja y, además vendíamos la mercancía que no consumíamos por los bares. De estos bichejos tan sabrosos cada vez quedan menos, por desgracia o por la insensatez humana. El Pere, ya está una miaja mayor y no tiene los güesos como para cinchar su cuerpo con plomos que le faciliten las continuas subidas y bajadas desde la superficie a los fondos arenosos o rocosos, quizás, para mantenerse en superficie dejándose mecer al compás del vaivén del oleaje, como una rara ave acuática con grandes ojos de cristal ensalivados por dentro para que no se empañen.
En tierra, abunda el pino carrasco, la palmera del Garraf, en cuya anatomía se inspiró Gaudí para sus trabajos de forja, els garrofers o algarroberos, tomillo y romero y más flora mediterránea.
Los turistas extranjeros abundan más que los mejillones. Y Gays y lesbianas, y gente del cine y la farándula. Y sus carnavales. Y sus alfombras en las calles hechas con pétalos de flores. Y gente de toda condición y pelaje. En fin, unos sitios y pueblos que merecen ser visitados.
Pues ahí, ahí se han juntado los que te dije antes. ¿Arreglarán algo? Ya veremos...
Salud.