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ALMENDRAL: Vamos a ver muchacha, a mi sí me gustan los poetas,...

Vamos a ver muchacha, a mi sí me gustan los poetas, todos, desde esos tan buenos que saben plasmar en una frase rimada cortita todo un pensamiento profundo, hasta esos un poco más espesos
que son capaces de hacinar enormes montones de letras sin que al final sepa uno a qué atenerse.

Es increíble la capacidad que tienen algunas poetisas y poetisos para la sintaxis a la hora de expresar un pensamiento. En cuatro palabras, te describen un mundo.
Hay quien lo hace como quien no quiere la cosa. Se diferencian del sardónico en que sus formas expresivas son siempre en positivo, tanto cuando se quejan y lloran como cuando ensalzan los valores de la vida o se dedican a recrearse en la belleza de una sencilla flor.

También los grandilocuentes tienen su tela marinera, estos, desde los conocimientos gramaticales adquiridos y almacenados en sus atiborrados cacúmenes, son capaces y hasta capataces de componer una oda al mismísimo Satán sin que casi ni nos demos cuenta que están haciendo una elegía a las fuerzas oscuras de la Naturaleza, sea esta humana, animal o vegetal. O a la inversa.

Tú, como está ahí a verlas venir y estás acostumbrada a verlas de todos los colores, casi ni te inmutas cuando te apercibes que pululan algunos por tu feudo, pero haberlos haylos, como hay hadas blancas y negras, brujas buenas y despreciables. Conozco a un vate almendralense que se llama Pepe para los amigos y de nombre José Agudo León, que es un enamorado del agro con todas sus consecuencias, incluidos todos sus moradores, y además, le canta en verso desde la mañana a la noche y hasta durante esta pues, es tanta su afición a las letras que si no te las mete a la entrada, lo hace a la salida. ¡Que torbellino! Es capaz de poner en verso hasta el Código Penal vigente.

Luego está Pirilao, inacabable torrente de greguerías, que igual te baila un chotís de medio lao como te escribe un compendio de vivencias adquiridas en su aún poco dilatada vida, pues sospecho, que este bicho tiene cuerda para un rato largo.

Y hay más revoloteando en torno a la pileta donde debería caer el agua de tus cuatro caños, lo que pasa es que ahora mismo todavía no los conozco, puede que porque no quieran escribir aquí. Pero los hay, seguro.

En el pasado, también nació aquí un señor que estudio para cura e incluso “se graduo”, pero tuvo un problemilla en cuestión de puntos de vista con su jefe el obispo cuando estaba en Sevilla y lo degradaron. Eso pasó a mediados del XIX, cuando se enconaron tanto las relaciones entre ilustrados y conservadores, pero luego sentó cátedra entre los intelectuales de su tiempo y llegó a dar lecciones a algunos de ellos que después, han pasado a la posteridad como grandes pensadores. Se llamaba nuestro paisano José Segundo Florez y, entre otras muchas cosas de índole política, escribió una Gramática de la Lengua Española. Fíjate tú, uno del Almendral, cuando había todavía almendros y la población estaba más nutrida de gente y de vida.

En el pasado siglo también ha habido primeros espadas por estos andurriales. Aún hecho de vez en cuando una ojeada a los escritos del fundador y actual presidente honorífico de la Asociación de Escritores Extremeños, Victor Manuel Carande, Toda una vida dedicada a sus dos pasiones, la agricultura y a la literatura.

En fin, que voy a terminar este escrito bodrio, con un recuerdo a otro paisano que está por ahí empeñado en que salgan a la luz unas realidades históricas que, hasta hace poco, nos hurtaron de nuestro acervo cultural y que, no digo su nombre, -por otra parte sobradamente conocido-, no sea que a alguien le salgan sarpullidos. Y no es mi intención.
Salud.