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ALMENDRAL: ¡Ay, aay, requeteaayay!...

LAS RATAS:

Son las primeras,
en abandonar los barcos.
Son zalameras,
andan siempre sobre zancos
y así no pisan las mrdas.

Huelen los problemas,
temen a los morlacos.
Chillonas arrabaleras,
como moscas cohoneras
siempre andan por los anos.

Carroñeras infecciosas,
aprovechan lo que pueden.
Si se ponen mal las cosas,
ellas se echan a un lado
y que apechuguen los lelos.

Todo lo que tocan huele,
donde están es un pestazo.
Ahí es donde se desenvuelven,
con muchísimo gustazo
y preparan sus pucherazos.

Van y vienen,
cual veletas.
Se cambian mucho de chaqueta,
y aprovechan bien los aires
mejor cuanto peor huelan.

Hacen al blanco y al negro,
según a ellas les convenga.
Se infiltran en todas partes,
hoy nueras, mañana suegras
y terciándose juez y parte.

Traidoras por naturaleza,
hacen gestos rimbombantes.
Siempre están en el dislate,
del que se valen con presteza
para realzar sus grandezas.

Ehyyy, QUE SE ME OLVIDABA,! VISCA EL BARÇA! EL MEJOR DE TODOS LOS TIEMPOS.

¡Se callen de una vez leches!
Esos malditos roedores,
plumillas y mariquitas,
y juristas con renombre
sean o no internacionales.
Cineastas, maricomplejines
y esas voces de ultratumba
de nuestro pasado reciente.
¡Al carajo con todos!
Pues cada vez que los oigo
siento el irrefrenable impulso
de echar mano a mi revolver.

¡Ay, aay, requeteaayay!
Que sí, señor Zaragüelles, que he vuelto a empeorar de lo mio. Que estoy hechito polvo, que no me tengo de píe. Mi boca torcida por una sonrisa sárdonica está desencajada. Hoy, me vuelto a colocar sobre mi calvo tarro un embudo, (de plástico, claro), y el traje de colorines, y además y fíjese, con lo malo que está el tiempo, me he ido de madrugada al campo y metido hasta las trancas en un barrizal, he bailado yo solo una sardana. Y me he fumado un par de trancas hechas con María. Y he sufrido ¿cómo no?, otras de mis alucinaciones. Y he visto legiones romanas marchando al paso de la oca. Y crucificados en los caminos. Y a los buitres revoloteando en el cielo opaco donde aún brillaba entre nube y nube una enorme luna blanca, muerta y blanca. De blancura mortecina.

Me he revolcado en el fango y aún tiritan mis miembros flacos por el frío que me ha invadido hasta penetrar en mis huesos. Mis ojillos, locos en sus cuencas, dan vueltas como enloquecidos, ¿Qué digo cómo? Y he visto cómo me rodeaban las fieras carroñeras venidas desde el pasado esperando impacientes mi derrumbe. ¿Y todo por que? Por nuestro inconsciente desliz. ¿Como no nos dimos cuenta señor Zaragüelles? Ahora estamos igual que la Fantasma y el Dioni, que la Fiera y la Manola. Con la diferencia que, al ser "raros" y desorganizados, no tenemos espontáneos que nos hagan el caldo gordo.

En fin, que me voy a ver a mi médica, a ver si hoy me receta más prozac y una tonelada de tranquilizantes para mis desechos nervios porque, estos seres tan angelicales, tan buenos, tan sutiles, tan honradas y decentes. Tan sagaces y perspicaces, tan listos, tan inteligentes, van a terminar con las pocas reservas que me quedan.

Ya le contaré como me ha ido. Le pediré pastillinas azules para usted también y, una vez más, le deseo que tenga buenas fiestas en unión de amigos y familiares y, para la buena gente de Almendral, que sé, sabemos, las hay, igual.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Cullons, cullons, ¡Mal está la cosa Señor Canuto!

La verdad que me deja muy preocupado este párrafo:
Y he sufrido ¿cómo no?, otras de mis alucinaciones. Y he visto legiones romanas marchando al paso de la oca. Y crucificados en los caminos. Y a los buitres revoloteando en el cielo opaco donde aún brillaba entre nube y nube una enorme luna blanca, muerta y blanca. De blancura mortecina.

Espero que una vez que su doctora le haya atiborrado de prozac, se sienta usted algo mejor de lo suyo, aunque ... (ver texto completo)