Una rosa roja
Claveles encarnados
Florecillas multicolores
Un capullo parecía yo
por la calle con tanta flor.
Mi vecina la del quinto
que es cordobesa de pro,
guiada por su fino instinto
primero me echó un requiebro
y luego me preguntó:
¿A dónde va un jaramago
tan henchido de color?
Ya lo ves bella sultana,
que me estoy haciendo mayor.
¿Y cuántos otoños son?
Sobre el mediodía treinta y siete,
Liza Minneli estrenaba
su musical, Cabaret,
luciendo cuerpo serrano,
mallas y bombín inglés
canto aquello de Mein Herr.
Como no teníamos blanca
para un crucero de placer,
a ella nos fuimos a ver
y, a consumar, después, en casa.
¡Qué tiempos!
Luego llegaron los guajes
y seguimos el aprendizaje
de la vida en tándem
y aprendimos a aguantarnos
y los problemas se hicieron grandes
y se ayuntaron en maridaje
y ahora tienen probleminos
que ya están revoloteando.
Y fueron pasando años.
Y aquí estamos, soportando
las broncas y los rifirafes
día si y al otro también,
con sustos de vez en cuando,
pero aún seguimos soñando.
De Jaramagos.
Claveles encarnados
Florecillas multicolores
Un capullo parecía yo
por la calle con tanta flor.
Mi vecina la del quinto
que es cordobesa de pro,
guiada por su fino instinto
primero me echó un requiebro
y luego me preguntó:
¿A dónde va un jaramago
tan henchido de color?
Ya lo ves bella sultana,
que me estoy haciendo mayor.
¿Y cuántos otoños son?
Sobre el mediodía treinta y siete,
Liza Minneli estrenaba
su musical, Cabaret,
luciendo cuerpo serrano,
mallas y bombín inglés
canto aquello de Mein Herr.
Como no teníamos blanca
para un crucero de placer,
a ella nos fuimos a ver
y, a consumar, después, en casa.
¡Qué tiempos!
Luego llegaron los guajes
y seguimos el aprendizaje
de la vida en tándem
y aprendimos a aguantarnos
y los problemas se hicieron grandes
y se ayuntaron en maridaje
y ahora tienen probleminos
que ya están revoloteando.
Y fueron pasando años.
Y aquí estamos, soportando
las broncas y los rifirafes
día si y al otro también,
con sustos de vez en cuando,
pero aún seguimos soñando.
De Jaramagos.