Ha sido juez y parte de la historia de España y aunque hace años que se retiró de la primera fila política, se resiste a dejar de emitir juicios sobre lo que le rodea. Santiago Carrillo, histórico dirigente de la izquierda, ha presentado esta semana su nuevo ensayo -'La difícil reconciliación de los españoles' (Ed. Planeta)-, justo el mismo día en que superaba la barrera de los 96 años.
"Creo que tuve conciencia obrera desde los seis años. Desde que veía a mi padre detenido por la Guardia Civil en Asturias"
Mientras que el retraso de la edad de jubilación se convierte en uno de los puntos más agrios del debate social y político, Carrillo (Asturias, 1915) se empeña en ir a contracorriente. "No me voy a ir de la segunda línea hasta que me muera. Yo seguiré defendido mis ideas con los medios que tengo a mi alcance", advierte a quien quiera escucharle. Y nada en su discurso, concreto y estructurado, hace sospechar los años que se acumulan tras sus palabras.
"Creo que tuve conciencia obrera desde los seis años. Desde que veía a mi padre detenido por la Guardia Civil en Asturias"
Mientras que el retraso de la edad de jubilación se convierte en uno de los puntos más agrios del debate social y político, Carrillo (Asturias, 1915) se empeña en ir a contracorriente. "No me voy a ir de la segunda línea hasta que me muera. Yo seguiré defendido mis ideas con los medios que tengo a mi alcance", advierte a quien quiera escucharle. Y nada en su discurso, concreto y estructurado, hace sospechar los años que se acumulan tras sus palabras.
Tenemos por las Españas dos verdaderos matusalenes (lo digo por los años) de la política: D. Manué y D. Yago, ambos ejemplos de longevidad y dedicación a una causa que ellos creen justa. Cada uno a su manera, las han defendido desde que le salieron los dientes de leche. En contraposición, hemos visto a muchos ejemplares que a las primeras de cambio chaquetearon sin el mínimo pudor. Son los que más abundan. Se han ido infiltrando en todos los partidos y antes o después, acaban minándolos por dentro. Típicas veletas a quienes España y los españoles les importa una higa, aunque eso sí, dicen que se mueven sólo por el interés del bien común pero, en realidad, el único bien que les motiva, es el de su propio bolsillo.