Los camaleones son verdes y cambian de color, pero tu eres bicolor, como te lo diría yo….. que a mi no mela das bacalao, que se donde vives y donde trabajas, no intentes camuflar la camisa que llevas debajo del jersey echo con manos de derechas. Que un dia usaste, y que hoy te la lavaron y se destiño, pero el color por mucho que se quiera camuflar siempre quedan restos del color anterior..
VIRTUAL, has estado ágil cual centella.
No sé por qué borras si total, fiel a tu estilo ambiguo tampoco decías nada que no hayas traslucido ya en mensajes anteriores.
No sé por qué borras si total, fiel a tu estilo ambiguo tampoco decías nada que no hayas traslucido ya en mensajes anteriores.
Los lobos, (cagones o no) los zorros o los conejos o los pajaritos que viven en los campos solos, no saben que hoy los animales que nos desplazamos de un sitio hacia otro sobre dos patas o sobre cuatro ruedas tiradas por un motor que consume un preciado mineral para cuya obtención, si es preciso, se monta una guerra en la que no se vacila a la hora de matar a la gente usando las herramientas más sofisticadas, no saben qué es eso de las radiaciones.
Los yerbajos tampoco, ni las abejas ni los mosquitos tigres o autóctonos, ni las caracolas de mar o los caracoles que viven en el presunto jardín de la presunta Fuente del Concejo del presunto pueblo donde me han dicho que nací. O sea, que cómo funciona el invento de la bombas atómicas y las centrales nucleares, la vida en general tan rica y variada, no tiene ni idea, pero nosotros, los presuntos humanos, algunos hemos oído hablar de ello y, algunos, hasta son expertos en la materia (radioactiva, en este caso). Estos últimos, los expertos, nos dicen que las centrales nucleares son una fuente de energía limpia, ¿limpia?, segura, ¿segura?, y barata. ¡Toma ya!, encima barata.
Lo que pasa, es que explotan.
Que generan residuos que no se pueden tirar a la esterquera
Que la energía que de ellas sale les sale carísima a los paganinis de siempre.
Que las eléctricas que las explotan hasta que explotan, están subvencionadas con dineros de ¿quién?, de hacienda que somos todos aunque unos más que otros. Por ejemplo, las multinacionales que se enriquecen mientras convierten a los países en dependientes, no son hacienda. Ni piensan serlo.
Aparte de los costos que representan para los paganinis durante su construcción y mientras son explotadas por quienes obtienen beneficios cuando están en plena producción, poco se puede objetar por falta de conocimientos y coordinación entre los explotados. Lo malo es, cuando ya no se pueden explotar porque han explotado. Porque entonces deja de ser un juego de a ver quién saca más jugo al negocio y se convierten en un problema para los pajaritos, los insectos, los cerditos y los corderitos y la flora en general, y de paso, también para los animales de dos patas sin alas.
Pero estos últimos, los resignados conformistas y paganos, normalmente tenemos el tarro en blanco, blanco impoluto, como este presunto folio virtual que emborrono en estos momentos y, además de blanquito, congelado a menos un montón de grados celsius. Por eso, dejamos que el mundo ruede con nosotros dentro bajo el alegato de que es un problema que no podemos resolver y, por lo tanto, ¿para qué preocuparnos? El que venga detrás, que arree y a vivir que son tres días. Car diem.
Tu vive la vida hoy
que mañana te puedes morir
y si te vas de este mundo
tararí tararí que te vi.
Además, ¿para qué rompernos la cabeza? ¡Que inventen otros! ¿Preocuparnos por los paganos y obreritos en particular, ¡vengaa yaaa! ¿Sobreponernos a la rutina? Robar o no robar, hete ahí la cuestión. Nuestro congelado cerebro no está para otras nimiedades. Menos ahora, que sólo con un gesto reflejo, hacemos que se haga la luz pulsando un botón. No como hasta poco, que teníamos que ponerle torcía y grasa al candil y arrimar la yesca o el fósforo.
Además, nuestros gloriosos esperpentos de la la extrema y de la derecha y de la izquierda, en estos asuntos siempre se cubren de gloria. Nucleares NO. Bueno bueno, tampoco son tan malas. Vamos a darles nuestra confianza porque son segurísimas y el mantenimiento es bueno. Eso unos. Otros, con bigotes o sin ellos, cantando alegres el himno del cara al sol de las nucleares.
Los chuchitos y los gatitos, no han oído hablar de átomos o neutrones, o de fusión o fisión, nosotros si.
Los yerbajos tampoco, ni las abejas ni los mosquitos tigres o autóctonos, ni las caracolas de mar o los caracoles que viven en el presunto jardín de la presunta Fuente del Concejo del presunto pueblo donde me han dicho que nací. O sea, que cómo funciona el invento de la bombas atómicas y las centrales nucleares, la vida en general tan rica y variada, no tiene ni idea, pero nosotros, los presuntos humanos, algunos hemos oído hablar de ello y, algunos, hasta son expertos en la materia (radioactiva, en este caso). Estos últimos, los expertos, nos dicen que las centrales nucleares son una fuente de energía limpia, ¿limpia?, segura, ¿segura?, y barata. ¡Toma ya!, encima barata.
Lo que pasa, es que explotan.
Que generan residuos que no se pueden tirar a la esterquera
Que la energía que de ellas sale les sale carísima a los paganinis de siempre.
Que las eléctricas que las explotan hasta que explotan, están subvencionadas con dineros de ¿quién?, de hacienda que somos todos aunque unos más que otros. Por ejemplo, las multinacionales que se enriquecen mientras convierten a los países en dependientes, no son hacienda. Ni piensan serlo.
Aparte de los costos que representan para los paganinis durante su construcción y mientras son explotadas por quienes obtienen beneficios cuando están en plena producción, poco se puede objetar por falta de conocimientos y coordinación entre los explotados. Lo malo es, cuando ya no se pueden explotar porque han explotado. Porque entonces deja de ser un juego de a ver quién saca más jugo al negocio y se convierten en un problema para los pajaritos, los insectos, los cerditos y los corderitos y la flora en general, y de paso, también para los animales de dos patas sin alas.
Pero estos últimos, los resignados conformistas y paganos, normalmente tenemos el tarro en blanco, blanco impoluto, como este presunto folio virtual que emborrono en estos momentos y, además de blanquito, congelado a menos un montón de grados celsius. Por eso, dejamos que el mundo ruede con nosotros dentro bajo el alegato de que es un problema que no podemos resolver y, por lo tanto, ¿para qué preocuparnos? El que venga detrás, que arree y a vivir que son tres días. Car diem.
Tu vive la vida hoy
que mañana te puedes morir
y si te vas de este mundo
tararí tararí que te vi.
Además, ¿para qué rompernos la cabeza? ¡Que inventen otros! ¿Preocuparnos por los paganos y obreritos en particular, ¡vengaa yaaa! ¿Sobreponernos a la rutina? Robar o no robar, hete ahí la cuestión. Nuestro congelado cerebro no está para otras nimiedades. Menos ahora, que sólo con un gesto reflejo, hacemos que se haga la luz pulsando un botón. No como hasta poco, que teníamos que ponerle torcía y grasa al candil y arrimar la yesca o el fósforo.
Además, nuestros gloriosos esperpentos de la la extrema y de la derecha y de la izquierda, en estos asuntos siempre se cubren de gloria. Nucleares NO. Bueno bueno, tampoco son tan malas. Vamos a darles nuestra confianza porque son segurísimas y el mantenimiento es bueno. Eso unos. Otros, con bigotes o sin ellos, cantando alegres el himno del cara al sol de las nucleares.
Los chuchitos y los gatitos, no han oído hablar de átomos o neutrones, o de fusión o fisión, nosotros si.