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ALMENDRAL: Camuflajes....

Camuflajes.
Sobre revestimientos individuales se ha escrito mucho a lo largo de los tiempos.
El hidalgo hambriento que tapaba sus harapos con la capa y que no osaba trabajar en oficios donde había de usar herramientas propias de oficios y villanos, para no desmerecer ante sus iguales, por ejemplo.
Aquellos otros que se cubren con sedas y paños importados aparentado estar en posesión de muchos caudales para llevar con más facilidad al incauto a su corral.

Pero habemos arcaicos duendes o hemos actuales cutres cuasi desculturizados, que aún usan o usamos, exóticos vocablos para meter en molleras ajenas la percepción de la realidad social que defendemos, aunque no vayamos travestidos con espada, remendada capa, txapela vasca u oblongo bombín.

Dicen las crónicas emitidas desde la urbe capital de los hijos de la Gran Bretaña, que andar cubiertos en ella con traje y con corbata, se ha convertido para algunos estos días en un deporte de alto riesgo y es que; la plebe cabreada, confunde a los hábitos con los monjes reales, o sea, los culpables, los que han llevado a la ruina a todo el tinglado instaurado por los mismos que ahora lo quiere redimir. Por eso, claro, los guindillas del lugar han recomendado a todos esos asalariados travestidos de altos ejecutivos encopetados, que se dejen las greñas alborotadas y se revistan con ropajes de mercata, so pena de ser por los villanos lapidados.

Ya pasó antes en este nuestro país de países, y sigue pasando. Cuando se instauró la segunda república, y sobre todo al inicio de nuestra última incivil, desaparecieron como por encanto; los sombreros cordobeses y el calañés, y los ajustados trajes y las corbatas, que dieron paso al pañuelo rojo en el antebrazo y en el cuello, para evitar ser tomado por faccioso, burgués o clérigo emboscado, pero después, a medida que avanzaban los rebeldes, fue al revés; muchos se agenciaron camisa azul y correaje para mostrar su adhesión inquebrantable y otros, procuraban presentar el aspecto de señores y señoras de orden y con mucha fe.

De chico me contaron, que en nuestro almendral desalmendrado, horas antes de que a el llegaran los rebeldes desde Badajoz guiados por un prócer del lugar, se hallaban reunidos en la casa del pueblo unos cuantos milicianos acérrimos, oyendo en una radio de galena los avatares que estaban sucediendo que eran bastante malos para ellos, por lo que desmantelaron el ambigú y se marcharon cada uno por su lado. Su sorpresa fue al amanecer al ver, que uno de los más furibundo de aquel grupo, vestido con camisa vieja y demás aditamentos propios de las centurias imperiales, se encontraba haciendo guardia bajo el lucero del Alba, ojo avizor en una esquina de la Plaza Grande, para evitar que los demás antiguos “compañeros” se difuminaran entre los jogarzos y las jaras.
Así parece que es el mundo bella moza. ¿Una pregunta! ¿Sabes que al almendruco, en otros sitios del Levante, se le dice almendrujo y más común entre la gente, sobre todo grande, se le conoce por su nombre moro, arzollas?, almendras verdes. ¿Sí, que por qué? No no, por nada por nada.
Salud.