¡Oh DIONISO!
¡Oh Finibus Terrae!
¡Oh Fiera!
¡Oh, ESA GITANILLA GUAPA!
¡Oh, FANTASMA DE LOS FINES DE LA TIERRA!
¿Se dio cuenta vos cómo se le ve el plumero?
¿A dicho su merced que no? Pues release así mismo:
({Al igual que tú, Gitanilla guapa y buena persona, tampoco yo coloco carteles. No vivo ni he vivido nunca de la asquerosa política. Ni antes ni ahora.
Y precisamente por ese motivo puedo pensar de los pesebreros lo que me dé la real gana.
Y no los odio, ni los envidio ni nada de nada, los critico simplemente porque chupan del bote en el que entra parte de mi dinero y de mi trabajo.
No sé, no entiendo como puede alguien vivir con ese odio visceral hacia otras personas, que aunque virtuales, son...
Alucino con la poesia del "poeta" justo detrás de los suplentes del PSOe en Almendral.
¿Le habrá salido queriendo?
¿Se referirá a ellos?
¿A todos los que se presentan?
¿Será tanta asquerosidad escrita en forma de poesia por no perdonar que a él lo echaron?.
¿Como se puede ser tan ruin para cuatro días que estamos aquí?
¿Dormirá bien?
Un saludo a todos.
A todos menos al que me pone como los trapos, bueno a mí y a todos, piensa que el único que merece escribir es él. } (
Salud.
¡Oh Finibus Terrae!
¡Oh Fiera!
¡Oh, ESA GITANILLA GUAPA!
¡Oh, FANTASMA DE LOS FINES DE LA TIERRA!
¿Se dio cuenta vos cómo se le ve el plumero?
¿A dicho su merced que no? Pues release así mismo:
({Al igual que tú, Gitanilla guapa y buena persona, tampoco yo coloco carteles. No vivo ni he vivido nunca de la asquerosa política. Ni antes ni ahora.
Y precisamente por ese motivo puedo pensar de los pesebreros lo que me dé la real gana.
Y no los odio, ni los envidio ni nada de nada, los critico simplemente porque chupan del bote en el que entra parte de mi dinero y de mi trabajo.
No sé, no entiendo como puede alguien vivir con ese odio visceral hacia otras personas, que aunque virtuales, son...
Alucino con la poesia del "poeta" justo detrás de los suplentes del PSOe en Almendral.
¿Le habrá salido queriendo?
¿Se referirá a ellos?
¿A todos los que se presentan?
¿Será tanta asquerosidad escrita en forma de poesia por no perdonar que a él lo echaron?.
¿Como se puede ser tan ruin para cuatro días que estamos aquí?
¿Dormirá bien?
Un saludo a todos.
A todos menos al que me pone como los trapos, bueno a mí y a todos, piensa que el único que merece escribir es él. } (
Salud.
Pero Fantasma, oxni, si lo he hecho con la más buena fe del mundo.
Si yo sólo quería que se diera un atracón de su propio veneno; por si había suerte, y te entraba un diarreazo que se cagara por las pata abajo como cánido rabioso churretoso.
Otra vez será..........
¿Se ha fijado vos, que está usando la foto de las babosas?
Si yo sólo quería que se diera un atracón de su propio veneno; por si había suerte, y te entraba un diarreazo que se cagara por las pata abajo como cánido rabioso churretoso.
Otra vez será..........
¿Se ha fijado vos, que está usando la foto de las babosas?
Nací en Almendral, provincia de Badajoz. De esto hace ya una eternidad. Ni me acuerdo. Si que me acuerdo siendo ya volanderete de algunas cosillas de las que pasaban entonces:
Yendo a una de las escuelas que hay en la Plaza Grande, según se entraba a mano izquierda, donde desarrollaba su labor un señor mayor cuyo nombre, desgraciadamente para mi he olvidado, cuando entraba alguien, los niños nos teníamos que poner todos en píe, y mantener un sepulcral silencio si no o, si nos rezagábamos, el maestro nos atizaba con la palmeta en la punta de los “deos”, y eso dolía, más en invierno, porque allí no había radiadores ni nada. Además, las ropillas que vestíamos, no es que fueran de mucho abrigo que digamos. Nos calentábamos corriendo en el recreo, cuando salíamos a un patio interior cuya tapia posterior daba a donde estaba el cine de verano. En la puerta de ese espacio abierto, que daba al parque que cuidaba Manolo y en el que había muchos rosales que cuando era el tiempo echaban muchas rosas, había una especie de chambao con una compuerta que se abría hacia arriba y se quedaba horizontal haciendo como de visera, al que los más mayores llamaban El Ambigú. En el vendían botellines o quintos de cerveza; me parece que de la marca Mahou, o algo así y, los más grandes, acostumbrados al vino de la bodega del “Rabioso” o parecido, decían que era agüilla y que no emborrachaba pero que agachaba. No sé, no tuve ocasión de “exprimentá” porque era “mu chico pa eso”.
Me parece, que los jueves cuando nos sacaban en “carrefila” y nos llevaban a la iglesia de la Magdalena, donde nos daban las clases de catecismo. Al que se sabía la lección de carrerilla, el cura, un tal “Planchuelas” si no recuerdo mal, le daba como premio un TBO o similar, de aquellos en los que se veían a los cruzados ganándole siempre a los sarracenos o rescatando de sus garras a una princesa, a veces de su mismo credo y, algunas, a una bella mora también princesa, enamorada de un guerrero de los nuestros, por cuyo amor había renegado de sus creencias. Cuando veíamos al cura en mitad de la plaza o donde fuese, los niños teníamos que ir corriendo hacia él y darle un beso a un anillo de oro que tenía en uno de los dedos de no me acuerdo qué mano pero que supongo, era la derecha. También, no me acuerdo si todos los días, nos formaban en el patio interior de la escuela y cantábamos el “cara al sol con la camisa nueva”, que era el himno de los que habían ganado la guerra. A mediados de julio, los municipales y los próceres de entonces en Almendral, estaban todo el día haciendo guardia junto a la cruz esa de mármol gris que habían levantado en la plazuela que hay en la cara norte de la iglesia de san Pedro. Enfrente de donde estaba la oficina del telegrafista, que era en los bajos del edificio del ayuntamiento que da a la calle que hoy se llama Avd de Vianor.
Por entonces, no había elecciones ni municipales ni nada y los alcaldes y concejales para serlo, tenían que ser del “movimiento” e iban, muchos, vestidos con una camisa azul. De estos, yo sólo me acuerdo de uno que era alcalde desde siempre. Bueno, yo siempre lo conocí como el alcalde. No era muy alto, ni atlético, sino más bien de constitución pícnica, un poco ensanchado por el ecuador, creo recordar que moreno de pelo y sobre todo, de tez. Me parece que le decía de sobrenombre, “El Negro”.
Luego ya, estando yo viviendo en otros territorios, se oyó hablar mucho de unos pequeños desfalcos que se hicieron desde el ayuntamiento y de los que culparon a un joven del pueblo que trabaja en el pero que, al parecer, no fue el autor, sino el alcalde, y que cargó con la culpa sin deber. Pero para entonces, a mi me daba lo mismo lo que pasaba en mi pueblo, porque no vivía allí y además, mi preocupación más inmediata era sobrevivir en aquella España en blanco y negro, por lo que no estaba para prestarle atención a las habladurías lógicas en una comunidad que ya no era la mía.
Pero mira por donde y, sin poder decir todavía si es cierto o no, me enteré ayer, que el señor alcalde saliente, al hacer el relevo para que se haga cargo de la vara de mando quien hasta ahora ha sido su delfina, ha dicho que ese señor alcalde de tez morena, ha sido uno de los mejores que ha tenido Almendral en todo el siglo pasado. No lo dudo, ¿cómo lo voy a dudar si lo ha dicho el señor alcalde saliente?
Salud.
Yendo a una de las escuelas que hay en la Plaza Grande, según se entraba a mano izquierda, donde desarrollaba su labor un señor mayor cuyo nombre, desgraciadamente para mi he olvidado, cuando entraba alguien, los niños nos teníamos que poner todos en píe, y mantener un sepulcral silencio si no o, si nos rezagábamos, el maestro nos atizaba con la palmeta en la punta de los “deos”, y eso dolía, más en invierno, porque allí no había radiadores ni nada. Además, las ropillas que vestíamos, no es que fueran de mucho abrigo que digamos. Nos calentábamos corriendo en el recreo, cuando salíamos a un patio interior cuya tapia posterior daba a donde estaba el cine de verano. En la puerta de ese espacio abierto, que daba al parque que cuidaba Manolo y en el que había muchos rosales que cuando era el tiempo echaban muchas rosas, había una especie de chambao con una compuerta que se abría hacia arriba y se quedaba horizontal haciendo como de visera, al que los más mayores llamaban El Ambigú. En el vendían botellines o quintos de cerveza; me parece que de la marca Mahou, o algo así y, los más grandes, acostumbrados al vino de la bodega del “Rabioso” o parecido, decían que era agüilla y que no emborrachaba pero que agachaba. No sé, no tuve ocasión de “exprimentá” porque era “mu chico pa eso”.
Me parece, que los jueves cuando nos sacaban en “carrefila” y nos llevaban a la iglesia de la Magdalena, donde nos daban las clases de catecismo. Al que se sabía la lección de carrerilla, el cura, un tal “Planchuelas” si no recuerdo mal, le daba como premio un TBO o similar, de aquellos en los que se veían a los cruzados ganándole siempre a los sarracenos o rescatando de sus garras a una princesa, a veces de su mismo credo y, algunas, a una bella mora también princesa, enamorada de un guerrero de los nuestros, por cuyo amor había renegado de sus creencias. Cuando veíamos al cura en mitad de la plaza o donde fuese, los niños teníamos que ir corriendo hacia él y darle un beso a un anillo de oro que tenía en uno de los dedos de no me acuerdo qué mano pero que supongo, era la derecha. También, no me acuerdo si todos los días, nos formaban en el patio interior de la escuela y cantábamos el “cara al sol con la camisa nueva”, que era el himno de los que habían ganado la guerra. A mediados de julio, los municipales y los próceres de entonces en Almendral, estaban todo el día haciendo guardia junto a la cruz esa de mármol gris que habían levantado en la plazuela que hay en la cara norte de la iglesia de san Pedro. Enfrente de donde estaba la oficina del telegrafista, que era en los bajos del edificio del ayuntamiento que da a la calle que hoy se llama Avd de Vianor.
Por entonces, no había elecciones ni municipales ni nada y los alcaldes y concejales para serlo, tenían que ser del “movimiento” e iban, muchos, vestidos con una camisa azul. De estos, yo sólo me acuerdo de uno que era alcalde desde siempre. Bueno, yo siempre lo conocí como el alcalde. No era muy alto, ni atlético, sino más bien de constitución pícnica, un poco ensanchado por el ecuador, creo recordar que moreno de pelo y sobre todo, de tez. Me parece que le decía de sobrenombre, “El Negro”.
Luego ya, estando yo viviendo en otros territorios, se oyó hablar mucho de unos pequeños desfalcos que se hicieron desde el ayuntamiento y de los que culparon a un joven del pueblo que trabaja en el pero que, al parecer, no fue el autor, sino el alcalde, y que cargó con la culpa sin deber. Pero para entonces, a mi me daba lo mismo lo que pasaba en mi pueblo, porque no vivía allí y además, mi preocupación más inmediata era sobrevivir en aquella España en blanco y negro, por lo que no estaba para prestarle atención a las habladurías lógicas en una comunidad que ya no era la mía.
Pero mira por donde y, sin poder decir todavía si es cierto o no, me enteré ayer, que el señor alcalde saliente, al hacer el relevo para que se haga cargo de la vara de mando quien hasta ahora ha sido su delfina, ha dicho que ese señor alcalde de tez morena, ha sido uno de los mejores que ha tenido Almendral en todo el siglo pasado. No lo dudo, ¿cómo lo voy a dudar si lo ha dicho el señor alcalde saliente?
Salud.
Me subo a Espantaperros y mirando hacia abajo,
además del Anas veo un montón de casas
bajo cuyas techumbres cobijo encuentran almas
que sobrevivieron a terribles matanzas
que en Batalyaws perpetraron unos seres muy buenos
de grandes razones más que bien pertrechados.
Quizá fue Ib Marwan hijo de Al Chilliqui el que inauguró
eso del degüello en nombre de un dios, cuando en Monsalud,
a todos los cordobeses hasta allí llegados el pescuezo sajó.
O la pía portugalesa doña Mayor que con la brava bejarana
Mari Domingo a muerte se enfrentó, o antes, en Sagrajas,
cuando se apilaban los cuerpos desangrados para meterles fuego y no dejar rastros.
Y es que nuestras envidias inventan las infamias
que condenan a los vivos cuando ya son muertos
a vagar en penitencia entre las tinieblas oscuras
de los callejones que forman las casas donde se cobijan
cuerpos desalmados carentes de vida pero bien informados
que están desgranando añejas letanías a favor de su causa.
Y así funcionamos, navajazos nos dan puñaladas damos,
sin contar al francés ni al portugués y ya mucho después,
al treinta y séis llegamos con unos carniceros especializados
que en campos y ciudades hicieron alardes de su habilidad
para degollar a cuerpos escuálidos estando maniatados
por si le quedaban fuerzas para reaccionar.
Sigo un rato más en Espantaperros y miro la ciudad
que ahora es grande y bonita, y sobre el viejo río
que lleva pausadas sus aguas al mar regando antes Portugal,
unos puentes esbeltos que airosos se recortan al atardecer
en un horizonte de luz y colores naranjas y rojos
haciendo contrapunto al amarillo pajizo que dan los rastrojos.
Y olvidando mi sino
y mi horrendo pasado,
absorto y extasiado,
hecho otro trago de vino
y tambaleando me voy.
Ya hemos tomado Sol
Salud y República.
además del Anas veo un montón de casas
bajo cuyas techumbres cobijo encuentran almas
que sobrevivieron a terribles matanzas
que en Batalyaws perpetraron unos seres muy buenos
de grandes razones más que bien pertrechados.
Quizá fue Ib Marwan hijo de Al Chilliqui el que inauguró
eso del degüello en nombre de un dios, cuando en Monsalud,
a todos los cordobeses hasta allí llegados el pescuezo sajó.
O la pía portugalesa doña Mayor que con la brava bejarana
Mari Domingo a muerte se enfrentó, o antes, en Sagrajas,
cuando se apilaban los cuerpos desangrados para meterles fuego y no dejar rastros.
Y es que nuestras envidias inventan las infamias
que condenan a los vivos cuando ya son muertos
a vagar en penitencia entre las tinieblas oscuras
de los callejones que forman las casas donde se cobijan
cuerpos desalmados carentes de vida pero bien informados
que están desgranando añejas letanías a favor de su causa.
Y así funcionamos, navajazos nos dan puñaladas damos,
sin contar al francés ni al portugués y ya mucho después,
al treinta y séis llegamos con unos carniceros especializados
que en campos y ciudades hicieron alardes de su habilidad
para degollar a cuerpos escuálidos estando maniatados
por si le quedaban fuerzas para reaccionar.
Sigo un rato más en Espantaperros y miro la ciudad
que ahora es grande y bonita, y sobre el viejo río
que lleva pausadas sus aguas al mar regando antes Portugal,
unos puentes esbeltos que airosos se recortan al atardecer
en un horizonte de luz y colores naranjas y rojos
haciendo contrapunto al amarillo pajizo que dan los rastrojos.
Y olvidando mi sino
y mi horrendo pasado,
absorto y extasiado,
hecho otro trago de vino
y tambaleando me voy.
Ya hemos tomado Sol
Salud y República.