El discurrir del primario o el del primate, hay veces que parecen lo mismo. Se dio hace unos días en Getafe y a continuación en el Portal de los Ángeles de la ciudad de los condes reyes. Este último cerca de la catedral, en el call, (la primera judería de las Españas a la que le arrimaron candela) cerquita del foro romano.
Lo del alcalde, es casi de juzgado de guardia y lo del ampurdanés, más o menos igual. Este, con su famoso grito, dice que sólo se refería a cuando los españolitos y los españolazos estaban matandose unos a otros en función de qué rey les gustaba más. Fíjate moza, un republicano rememorando el grito de guerra que en su día usaron unos monárquicos que echaron al pueblo a matarse contra otros también monárquicos, pero de diferente casa real. Lo que son las cosas.
Más de cien años después de aquellas matanzas, cuando se empezaron a cuestionar las casas reales y su forma oligárquica y despótica de gobernar; echando mano para diferenciarse del término república, tan viejo y tan moderno, salieron a la palestra nombres como: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar. O sea, republicanos de todas las España, dos catalanes, pero con la diferencia reseñada, pues, no era igual lo que se gritaba para enardecer al personal el 11 de septiembre de 1714, que lo que se perseguía en la noche del uno de febrero de 1873.
Así, de espasmo en exabrupto, hemos llegado hasta nuestros días, con un gobierno casi democrático y una Constitución que puede ser mejorada para que se adapte a los tiempos que corren, presidiendo todo el entramado, La Corona, órgano no despótico, donde su representante no gobierna y donde los diferentes grupos de presión y partidos políticos dirimen sus cuitas casi de manera civilizada. Menos en los señoríos, donde hay gente que todavía asesinan a sus semejantes físicos, que no ideológicos, con tal de seguir adelante en su carrera hacia ningún sitio; bueno sí, hacia la trena, si es que antes no se encuentran con una bala perdida o les explosiona uno de sus artefactos criminales en las manos.
Despreciar a unos diez millones de hombre y mujeres que votan a las derechas o gritar viva la muerte o “mori el Borbó”, no creo que sea el sentimiento que anima a los tres millones de parados o a ese enorme contingente de mileuristas que intentan sobrevivir el mayor tiempo posible en este mundo canalla, en el que hay tantos ganapanes cuyo único ideal es llenar la bolsa caiga quien caiga.
Salud.
Lo del alcalde, es casi de juzgado de guardia y lo del ampurdanés, más o menos igual. Este, con su famoso grito, dice que sólo se refería a cuando los españolitos y los españolazos estaban matandose unos a otros en función de qué rey les gustaba más. Fíjate moza, un republicano rememorando el grito de guerra que en su día usaron unos monárquicos que echaron al pueblo a matarse contra otros también monárquicos, pero de diferente casa real. Lo que son las cosas.
Más de cien años después de aquellas matanzas, cuando se empezaron a cuestionar las casas reales y su forma oligárquica y despótica de gobernar; echando mano para diferenciarse del término república, tan viejo y tan moderno, salieron a la palestra nombres como: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar. O sea, republicanos de todas las España, dos catalanes, pero con la diferencia reseñada, pues, no era igual lo que se gritaba para enardecer al personal el 11 de septiembre de 1714, que lo que se perseguía en la noche del uno de febrero de 1873.
Así, de espasmo en exabrupto, hemos llegado hasta nuestros días, con un gobierno casi democrático y una Constitución que puede ser mejorada para que se adapte a los tiempos que corren, presidiendo todo el entramado, La Corona, órgano no despótico, donde su representante no gobierna y donde los diferentes grupos de presión y partidos políticos dirimen sus cuitas casi de manera civilizada. Menos en los señoríos, donde hay gente que todavía asesinan a sus semejantes físicos, que no ideológicos, con tal de seguir adelante en su carrera hacia ningún sitio; bueno sí, hacia la trena, si es que antes no se encuentran con una bala perdida o les explosiona uno de sus artefactos criminales en las manos.
Despreciar a unos diez millones de hombre y mujeres que votan a las derechas o gritar viva la muerte o “mori el Borbó”, no creo que sea el sentimiento que anima a los tres millones de parados o a ese enorme contingente de mileuristas que intentan sobrevivir el mayor tiempo posible en este mundo canalla, en el que hay tantos ganapanes cuyo único ideal es llenar la bolsa caiga quien caiga.
Salud.