Mocita, hoy, tengo ganas de confesarme contigo, pa que veas, yo un ateo confeso pero todavía no convicto.
Mi pecado más gordo de ser es que llaman de la gula, y es que me gusta la carne de puerco, como quiera que esté guisada, también asada y, de las patas con sus muslos bien curados, ya ni te cuento. Será porque no las probé hasta que no salí del desalmendrado o, porque lo bueno, le gusta a todo el mundo, no sé.., el caso es que me gusta más que a un listo un caramelo.
También me gusta la carne de borrego, sobre todo si es tierno, y la de burranco, la de burro no, con esa me pasa como con los caracoles, que si me gustan, pero las babosas, a esos bichitos, es que no puedo ni verlos en pintura, y es porque son muy babosos y pringosos, ¿qué quieres que te diga? No los soporto, sólo de verlos, ya me salen unos sarpullidos que se caga la hostia, más..., si los oigo.
Luego, después que tú me absuelvas a pesar de mi desenfreno gastronómico, te diré que hay otros
borregos que tampoco me caen nada bien, más bien mal, ¡qué digo mal!, como una patada en los mismísimos, como esos que siguen un comportamiento mimético, con menos criterio que un elefante pateando cacharritos en una alfarería, incapaces de preguntarse si lo que hacen o dicen o, repiten, como los papagayos, tiene algún fundamento y se corresponde con la realidad.
Su discurrir, siempre está atado de píes y manos a unas voces externas que son su guía, eso, cuando no usa el piloto automático, pues entonces suelta una retahíla que asume como si fuera suya
y no se cansa de repetir y repetir, como si funcionase a base de pilas alcalinas de esas que duran tanto.
Como la filosofía que practican sólo funciona o, en blanco, o en negro, ignoran los matices, y del gris o de otros colores, ni le cuentes, porque enseguida te aplican a ti el eufemismo que los caracteriza. Vamos, que dejas de marcarle el paso, y ya no saben cómo se anda. Estos lo saben bien los esos presuntos líderes que les suministran las ideas, bueno, ideas es mucha palabra, mejor, los latiguillos que tienen que repetir y repetir y repetir.
También les dicen lo que tienen que hacer, o sea, no, nada, mentira, eso tampoco, todo está mal, fulana o mengana fea, citrano o citrana guapa, la mejor, la mejor, la mejor la mejor. Quienes dicen que no son, no solamente guapos o los mejores, sino simples chorizanganos disfrazados con corbata
y bajo el palio protector del grupo que les sustenta, esos, esos son unos traidores, vendidos que van a reventar el país, en el mejor de los casos, que en otros, los hacen oler a azufre e incluso los dibujan con cuernos, rabos y pezuñas.
En fin, una delicia.
Salud.
Mi pecado más gordo de ser es que llaman de la gula, y es que me gusta la carne de puerco, como quiera que esté guisada, también asada y, de las patas con sus muslos bien curados, ya ni te cuento. Será porque no las probé hasta que no salí del desalmendrado o, porque lo bueno, le gusta a todo el mundo, no sé.., el caso es que me gusta más que a un listo un caramelo.
También me gusta la carne de borrego, sobre todo si es tierno, y la de burranco, la de burro no, con esa me pasa como con los caracoles, que si me gustan, pero las babosas, a esos bichitos, es que no puedo ni verlos en pintura, y es porque son muy babosos y pringosos, ¿qué quieres que te diga? No los soporto, sólo de verlos, ya me salen unos sarpullidos que se caga la hostia, más..., si los oigo.
Luego, después que tú me absuelvas a pesar de mi desenfreno gastronómico, te diré que hay otros
borregos que tampoco me caen nada bien, más bien mal, ¡qué digo mal!, como una patada en los mismísimos, como esos que siguen un comportamiento mimético, con menos criterio que un elefante pateando cacharritos en una alfarería, incapaces de preguntarse si lo que hacen o dicen o, repiten, como los papagayos, tiene algún fundamento y se corresponde con la realidad.
Su discurrir, siempre está atado de píes y manos a unas voces externas que son su guía, eso, cuando no usa el piloto automático, pues entonces suelta una retahíla que asume como si fuera suya
y no se cansa de repetir y repetir, como si funcionase a base de pilas alcalinas de esas que duran tanto.
Como la filosofía que practican sólo funciona o, en blanco, o en negro, ignoran los matices, y del gris o de otros colores, ni le cuentes, porque enseguida te aplican a ti el eufemismo que los caracteriza. Vamos, que dejas de marcarle el paso, y ya no saben cómo se anda. Estos lo saben bien los esos presuntos líderes que les suministran las ideas, bueno, ideas es mucha palabra, mejor, los latiguillos que tienen que repetir y repetir y repetir.
También les dicen lo que tienen que hacer, o sea, no, nada, mentira, eso tampoco, todo está mal, fulana o mengana fea, citrano o citrana guapa, la mejor, la mejor, la mejor la mejor. Quienes dicen que no son, no solamente guapos o los mejores, sino simples chorizanganos disfrazados con corbata
y bajo el palio protector del grupo que les sustenta, esos, esos son unos traidores, vendidos que van a reventar el país, en el mejor de los casos, que en otros, los hacen oler a azufre e incluso los dibujan con cuernos, rabos y pezuñas.
En fin, una delicia.
Salud.