¿Te acuerdas moza? Le decíamos la noche del jartón. Esa noche comíamos todos, o casi todos. ¡Qué diferencia con lo que está pasando ahora! Porque resulta, que ya la obesidad es un problema más para los médicos, los del seguro y los otros. Por nuestras Españas, en sólo diez años, la cosa se ha duplicado. Así, en el noventa y ocho del siglo pasado había un índice de gordos y gordas del treinta y cinco por cien y ahora, la tasa está entre el 62 y el 64 por ciento de la población.
El pesar más de la cuenta puede llevar implícito problemas graves de salud, por esos los gobiernos destinan el diez por ciento del presupuesto sanitario a cubrir estos procesos. O sea, habemos tipos que nos inflamos comiendo y bebiendo como auténticos zampabollos, y luego, que de las consecuencias de nuestra gula, apechugue la sociedad entera, el mismo sistema que se está empleando con los cambistas y vendedores de humo embotellado, que tras meter la gamba hasta los corvejones, dicen que hay que socializar sus pérdidas.
Pero bueno, esa es otra. Sigo con aquellas noches en que nos íbamos a la piltra sin haber metido ni un cacho de pan duro en la panza y sin muchas esperanzas de hacerlo a la mañana siguiente, me acuerdo de la Noche, la Noche por excelencia. Aquella en que sí había algo comestible en la mesa. Dónde se agenciaba no lo sé bien, el caso es que había. Como aquella vez en que a los muchachinos de la familia nos pusieron por delante una lata grande y redonda llena de atún en conserva, con su aceite y todo, y pan, había pan para poder mojar. Me puse ciego. Lo que pasó, es que me entro una perpejía de esas de campeonato, que tuvo como resultado el tener que echar fuera por las dos únicas vías disponible todo lo que había engullido.
Así que cuando veo que ahora, los platos preparados para el ágape, deliciosos y suculentos, son devueltos a la cocina sin apenas ser probados, me entra una mala leche de más de mil demonios de esos malos malos.
También, me cabrea un montón, leer, que es una incongruencia el hecho de la incorporación de nuestros países a la lista de los más desarrollados del mundo, haya acabado también en un incremento de los más tripones.
El que Extremadura, Andalucía y Canarias sean las que tengan más problemas de este tipo, quizá se pueda explicar por aquellas penurias pasadas, pero no deja de ser paradójico, pues, los que menos tienen, son el País Vasco y Galicia, que no hacen dieta mediterránea precisamente.
¿Será algo genético? Porque no creo mucho en eso de cargarle el muerto a la ansiedad por estas latitudes, de momento. Lo que sí debe serlo es la disminución del ejercicio físico y el hacer una vidorra sedentaria.
Bueno, que te dejo, que estoy intentando recuperarme de la resaca caballuna que arrastro y recuperar los niveles perdidos. Lo haré bebiendo mucha agua del grifo porque, también dicen los doctores que para esta enfermedad no hay remedios ni caseros ni boticarios que valgan.
Salud.
El pesar más de la cuenta puede llevar implícito problemas graves de salud, por esos los gobiernos destinan el diez por ciento del presupuesto sanitario a cubrir estos procesos. O sea, habemos tipos que nos inflamos comiendo y bebiendo como auténticos zampabollos, y luego, que de las consecuencias de nuestra gula, apechugue la sociedad entera, el mismo sistema que se está empleando con los cambistas y vendedores de humo embotellado, que tras meter la gamba hasta los corvejones, dicen que hay que socializar sus pérdidas.
Pero bueno, esa es otra. Sigo con aquellas noches en que nos íbamos a la piltra sin haber metido ni un cacho de pan duro en la panza y sin muchas esperanzas de hacerlo a la mañana siguiente, me acuerdo de la Noche, la Noche por excelencia. Aquella en que sí había algo comestible en la mesa. Dónde se agenciaba no lo sé bien, el caso es que había. Como aquella vez en que a los muchachinos de la familia nos pusieron por delante una lata grande y redonda llena de atún en conserva, con su aceite y todo, y pan, había pan para poder mojar. Me puse ciego. Lo que pasó, es que me entro una perpejía de esas de campeonato, que tuvo como resultado el tener que echar fuera por las dos únicas vías disponible todo lo que había engullido.
Así que cuando veo que ahora, los platos preparados para el ágape, deliciosos y suculentos, son devueltos a la cocina sin apenas ser probados, me entra una mala leche de más de mil demonios de esos malos malos.
También, me cabrea un montón, leer, que es una incongruencia el hecho de la incorporación de nuestros países a la lista de los más desarrollados del mundo, haya acabado también en un incremento de los más tripones.
El que Extremadura, Andalucía y Canarias sean las que tengan más problemas de este tipo, quizá se pueda explicar por aquellas penurias pasadas, pero no deja de ser paradójico, pues, los que menos tienen, son el País Vasco y Galicia, que no hacen dieta mediterránea precisamente.
¿Será algo genético? Porque no creo mucho en eso de cargarle el muerto a la ansiedad por estas latitudes, de momento. Lo que sí debe serlo es la disminución del ejercicio físico y el hacer una vidorra sedentaria.
Bueno, que te dejo, que estoy intentando recuperarme de la resaca caballuna que arrastro y recuperar los niveles perdidos. Lo haré bebiendo mucha agua del grifo porque, también dicen los doctores que para esta enfermedad no hay remedios ni caseros ni boticarios que valgan.
Salud.