ALMORCHON: Me duele Almorchón, y me duelen mis recuerdos y sus...

Me duele Almorchón, y me duelen mis recuerdos y sus silencios. Estación de Almorchón, universidad ferroviaria para los que adoramos el tren. Añoro las esperas para cambiar de tren, las emociones a su llegada, su acogedora cantina con suculentos bocadillos preparados con el mayor cariño, sus acogedores andenes poblados de viajeros anhelando el transbordo, el trasiego de dóciles maletas de rayas por puertas y ventanillas, el acomodo de la ilusión en asientos de madera en busca de nuevos horizontes, fiambreras listas para compartir con amables y desconocidos compañeros de viaje. Me falta su bello paisaje, el humo, el vapor y el aroma de la ciudad ferroviaria de Almorchón. No encuentro a mis admirados e incansables ferroviarios, frenéticos en su trabajo durante el día y la noche para el bienestar de los viajeros.

Almorchón, Almorchón..., de nombre contundente y eterno. Tú nunca mueres; duermes, sueñas y esperas... porque el tren siempre llega, y llegarán nuevos trenes, y volverás a sonreir. Las raíces de las traviesas germinarán de nuevo, mientras su bella estación espera vestida de gala. Y sin cambiar nosotros, volveremos a cambiar de tren.

De verdad os digo que no soy de Almorchón, sino de otra ciudad, también muy ferroviaria, 50 kilómetros hacia el Sur en la línea de Córdoba. Así, en mis frecuentes viajes a Madrid, y a la inversa, tenía la suerte de perder algo de tiempo esperando el transbordo, que aprovechaba para disfrutar de la gran actividad ferroviaria de vuestra estación.

Enhorabuena por vuestra página y por vuestra ilusión para no olvidar nunca algo tan valioso como las raíces.

Un fuerte abrazo a todos,

Julio.