La Plaza de la Soledad es otro de los rincones de Badajoz dotado de incomparable belleza, hermoseada por la Ermita de la Virgen de la Soledad (siglo XX), tan venerada por los habitantes de la ciudad; el Edificio de las Tres Campanas (de los siglos IX al XX) y la sensual Giralda (siglo XX) de impecable factura historicista, son representación de la singular arquitectura que a finales del siglo XIX y principios del XX, llenaría de encantadores espacios el Casco Antiguo de Badajoz.