El
verano de 1998 fue muy caluroso, al menos así lo recuerdo. Aquellos meses los pasé en
Burguillos del Cerro, donde tuve la inmensa fortuna de realizar trabajos arqueológicos en la abandonada
iglesia de
Santa María de la Encina. La actividad, vinculada a las obras de restauración del templo en el marco del Proyecto Alba Plata, supuso mi completo enamoramiento del
pueblo, ya iniciado años atrás.