¡Tú, ángel rubio de la
noche,
ahora, mientras el sol descansa en las
montañas, enciende
tu brillante tea de amor! ¡Ponte la radiante corona
y sonríe a nuestro lecho
nocturno!
Sonríe a nuestros amores y, mientras corres los
azules cortinajes del
cielo, siembra tu rocío plateado
sobre todas las
flores que cierran sus dulces ojos
al oportuno sueño. Que tu viento occidental duerma en
el
lago. Di el silencio con el fulgor de tus ojos
y lava el polvo con plata. Presto, prestísimo,
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