A DIEGO MUÑOZ-TORRERO
Qué avatares, lo que cuesta una idea,
esa idea reformista que no gusta al poder.
Defender la soberanía nacional,
no siempre fue un honor.
Nos olvidamos muchas veces de lo ocurrido atrás,
seguimos oponiéndonos a los opuestos,
habría que recordar ciertas épocas de la historia,
a ciertos hombres con valía y que terminaron arrumbados,
personas dotadas de músculo, de código de honor
y que ahora son como una huella en la memoria,
hombres que fueron configurando su personalidad
devanando libros, enriqueciendo
la imaginación y la sabiduría
para repercutir esa riqueza es su sociedad.
Esa idea liberal fue doliendo a sus portadores,
capaces de erradicar la Inquisición
y librar así a sus conciudadanos de la tortura
y lo consiguieron, pero ellos fueron torturados.
Valores desaprovechados que se quemaron
en el abandono, en el exilio, la soledad y el miedo
hasta llegar al silencio de las cenizas.
Claro que el incendio hiere también su entorno.
Hombres que formaron parte del Constitucionalismo
Español que nos sirve de guía hoy,
algo queda, pues, de su mundo entre nosotros,
de aquel mundo construido con deseos,
con impulso hacia delante y
ese ímpetu que en su día se esfumaba,
se fue configurando el “siglo de las ideas”
que cambiaría la historia occidental.
Qué avatares, lo que cuesta una idea,
esa idea reformista que no gusta al poder.
Defender la soberanía nacional,
no siempre fue un honor.
Nos olvidamos muchas veces de lo ocurrido atrás,
seguimos oponiéndonos a los opuestos,
habría que recordar ciertas épocas de la historia,
a ciertos hombres con valía y que terminaron arrumbados,
personas dotadas de músculo, de código de honor
y que ahora son como una huella en la memoria,
hombres que fueron configurando su personalidad
devanando libros, enriqueciendo
la imaginación y la sabiduría
para repercutir esa riqueza es su sociedad.
Esa idea liberal fue doliendo a sus portadores,
capaces de erradicar la Inquisición
y librar así a sus conciudadanos de la tortura
y lo consiguieron, pero ellos fueron torturados.
Valores desaprovechados que se quemaron
en el abandono, en el exilio, la soledad y el miedo
hasta llegar al silencio de las cenizas.
Claro que el incendio hiere también su entorno.
Hombres que formaron parte del Constitucionalismo
Español que nos sirve de guía hoy,
algo queda, pues, de su mundo entre nosotros,
de aquel mundo construido con deseos,
con impulso hacia delante y
ese ímpetu que en su día se esfumaba,
se fue configurando el “siglo de las ideas”
que cambiaría la historia occidental.