Buenas tardes CAMPANARIA. Es todo un placer saludarte. Ahora, el que está en, busca captura, es TEO. Algo debe pasarle, a su ordenador o a él. Espero que sea al primero.
Un abrazo y os dejo estas letrillas.
OTOÑO TEMPLADO
Llega el otoño, templado,
Agarrándose al verano;
Con quien quiere pasear,
Y cogido de la mano.
Pero el verano no quiere,
Prolongar más su agonía;
Y lo deja marchar solo,
Quedando en su lejanía.
Caen las hojas, ya cansadas,
De los árboles añejos;
Algunos tienen perdido,
El corcho de su pellejo.
Llega el viento, en remolino;
Amontonando las hojas,
En rincones o escondrijos,
¡O allá donde se le antoja!
La lluvia va entaponando,
Los desagües callejeros;
Rompiendo las cañerías,
Abriendo nuevo agujero.
Sale el sol de los abuelos;
En las plazas pueblerinas,
En los patios de macetas,
Con paredes blanquecinas.
Acuden a los colegios;
Con los carritos pesados,
Esos enanos pequeños,
Que el corazón han robado.
Entre nubarrones negros,
Se divisa, el azulado
Del cielo, que está esperando,
La luna, por los tejados.
Se derriten nubes grises;
Que dejan caer su receta,
Y van llenando los charcos,
Y levantando losetas.
Llegan los primeros brotes;
Al borde de los caminos.
Crecen las primeras flores,
Al paso de peregrinos.
Se va sacando el abrigo,
Se recoge el bañador,
Se limpia la chimenea,
¡Ay, otoño soñador!
A. E. I.
Un abrazo y os dejo estas letrillas.
OTOÑO TEMPLADO
Llega el otoño, templado,
Agarrándose al verano;
Con quien quiere pasear,
Y cogido de la mano.
Pero el verano no quiere,
Prolongar más su agonía;
Y lo deja marchar solo,
Quedando en su lejanía.
Caen las hojas, ya cansadas,
De los árboles añejos;
Algunos tienen perdido,
El corcho de su pellejo.
Llega el viento, en remolino;
Amontonando las hojas,
En rincones o escondrijos,
¡O allá donde se le antoja!
La lluvia va entaponando,
Los desagües callejeros;
Rompiendo las cañerías,
Abriendo nuevo agujero.
Sale el sol de los abuelos;
En las plazas pueblerinas,
En los patios de macetas,
Con paredes blanquecinas.
Acuden a los colegios;
Con los carritos pesados,
Esos enanos pequeños,
Que el corazón han robado.
Entre nubarrones negros,
Se divisa, el azulado
Del cielo, que está esperando,
La luna, por los tejados.
Se derriten nubes grises;
Que dejan caer su receta,
Y van llenando los charcos,
Y levantando losetas.
Llegan los primeros brotes;
Al borde de los caminos.
Crecen las primeras flores,
Al paso de peregrinos.
Se va sacando el abrigo,
Se recoge el bañador,
Se limpia la chimenea,
¡Ay, otoño soñador!
A. E. I.