Monumentos:
El hito más significado de la localidad es su iglesia parroquial de San Bartolomé, que combina los estilos gótico, mudéjar y
renacentista. Se encuadra su construcción entre finales del siglo XV y mediados del siglo XVI, de modestas proporciones y ubicada en la plaza del mismo nombre. Hoy muy transformada.
La totalidad de la fábrica está construida con una mezcla de mampostería, verdugadas de ladrillo y refuerzos de sillares
pétreos en algunas esquinas, con cabecera más angosta y elevada y torre-fachada de estilo mudéjar.
Dicha torre está ejecutada por completo en ladrillo y consta de dos
cuerpos: El inferior, de gran proporción, ostenta bella portada de arco de medio punto con arquivoltas, conopio superior de notable
desarrollo y enmarcada en alfiz de escasa altura, sobre el que se dispone una pequeña ventana y una amplia decoración compuesta
de arcos ciegos con resaltes circulares en las enjutas. Remata este primer cuerpo en una cornisa de gran belleza. A los lados,
airosas columnas semicilíndricas anilladas.
El segundo cuerpo se alza sobre dicha cornisa y está decorada
con flameros en la parte inferior. Una triple imposta de sección
horizontal conecta con el cuerpo de campanas, el cual se
desdobla en dos vanos con arcos de medio punto por cada lado,
que están decorados en cada uno de sus lados con semicolumnas
cilíndricas. La fachada del evangelio presenta otra portada que se
cobija entre contrafuertes, que se presenta con un arco rebajado y
rematada mediante un frontón triangular. En el exterior del templo por el alero, recorre una hilera de canecillos. El interior del templo, de planta basilical y de amplia espacialidad, se cubre con bóvedas de cañón dividido en cinco tramos que descansan sobre pilastras adosadas, entre las que se abren capilas laterales por el costado de la epístola formando arco-solios. Estas tres primeras capillas del lado de la epístola, de menor tamaño, se cubren con bóvedas vaídas, mientras que la capilla del sagrario, algo mayor que las demás capillas, se cubre por medio de una cúpula sobre pechinas que descansa sobre cuatro arcos de medio punto, que al exterior presenta una minúscula linterna sobre un tambor circular, del que sirve para iluminar el interior. La cabecera, gótica, es poligonal y de doble tramo, con vanos apuntados y cubierta por bóveda de crucería.
A ella se aneja la sacristía por el costado de la Epístola, la cual se
cubre con una bóveda de crucería simple. También cuenta con un
despacho parroquial anejo a la sacristía. Siguiendo otros
ejemplos de pilas bautismales comarcanas, la de Campillo está
asentada en una capilla apartada, situada en el costado de la
epístola, a los pies del templo. Dicha capilla se cubre por una
bóveda plana y se cierra mediante una verja metálica.
La obra es de modesta concepción realizada en granito, con un
pie reducido, que en este caso es circular y copa de dilatado
diámetro, labrada con líneas que la acercan a la representación de
una concha santiaguista. Estas pilas bautismales, serían
trasladadas, según orden episcopal, desde los altares mayores
hasta las capillas laterales que pasaron a convertirse en modestos
baptisterios. En muchos templos encontraremos cruces y
veneras; emblemas de esta Orden, acompañadas de inscripciones
y leyendas que aluden al año de su realización (como es el caso
de la ubicada en la iglesia parroquial de Maguilla). Su espacio
interior se estructura en dos cuerpos; uno inferior de mayor
presencia y acusado valor artístico y otro superior, reconstruido
con escasa fortuna en 1955. En esa misma fecha se suprimió el
remate que se asentaba sobre la terraza al que además
acompañaba un reloj con pesas de granito, sustituyendo este
remate por una especie de estancia que hace las funciones de
mirador, produciendo una sensación modernidad en el edificio.
También se modificó el aspecto interior del templo haciendo
desaparecer el coro que se ubicaba justo a los pies del templo, y
en el que después se construyó un nuevo coro, al que se accede
por una escalera. También se encargó de modificar el aspecto
original del altar con la introducción de placas marmóreas y
vidrieras con representaciones de imágenes que harían las
funciones que en su lugar realizó el gran lienzo del muro del altar
mayor, y en el que en su lugar ocupa un hermoso sagrario
de rica ornamentación. En el lienzo se insertaba la imagen de la
Inmaculada Concepción con varios ángeles a sus pies, realizado
en óleo sobre retablo de mediados del siglo XVI, obra de Estacio
de Bruselas, que resultó destruido. Este tipo de modificaciones
producen una sensación de contemporaneidad que resta
originalidad al conjunto de la edificación. Este tipo de episodios
bélicos serían el desencadenante de otras pérdidas de gran valor
como lo son por ejemplo el órgano originario de 1720, comprado
por 600 reales, 400 de los cuales fueron aportados por las
autoridades eclesiásticas del Provisorato de Llerena o el traslado
de las piezas de orfebrería en 1836 a la localidad de Llerena por
miedo a ser robadas por las tropas francesas que amenazaban
con entrar en la localidad y así lo harían acabando con buena
parte de la documentación archivística del templo. Tiempo después, fueron trasladadas de nuevo a la localidad.
También destaca sobre todo la atractiva torre-fachada realizada por completo en ladrillo y dispuesta a los pies del templo. De maciza estructura cuadrangular, se sitúa adelantada sobre el cuerpo principal flanqueado por estructuras de igual altura, en una de las cuales se aloja la escalera de acceso, de ocho arcos, aunque existen hipótesis de que la altura de la torre fuese aún mayor y
que hubiera que reducirla debido a alguna deficiencia
constructiva.
El templo cuenta con varios altares, entre los que
destacan el de San Antonio, la Virgen del Rosario y la Virgen del
Niño, ambos de madera tallada del s. XVIII. Asimismo hay que
considerar el altar de las Ánimas de los siglos XVII-XVIII, con un
lienzo sin firma de considerables dimensiones, que preside todo
el altar; el retablo de Nuestro Padre Jesús, también de los siglos
XVII-XVIII, un lienzo más pequeño representando a San Bartolomé,
pintado por J. Pedraza y también otro lienzo representando a la
virgen de Guadalupe, de digna factura. El interior del templo
también alberga varias tallas de escultura de distinta cronología,
entre las que destacan:
Talla de Nuestra Señora del Rosario: (Siglo XVI)
San Antonio de Padua: (Siglo XVIII)
Talla moderna de Ntra. Sra. del Rosario: (Siglos XVII-XVIII)
Santo Cristo de la Sangre: (Siglo XVIII)
Nuestro Padre Jesús Nazareno: (talla contemporánea).
Cristo crucificado: (talla moderna)
Cristo resucitado: (talla moderna)
Cristo Yacente: (talla contemporánea)
Talla de la Purísima concepción: (talla moderna)
Virgen del Carmen: (talla moderna).
El templo también alberga obras de platería, pero no obstante sobresalen algunas piezas en plata. Como más significativas señalamos: el cáliz, patenas, cucharas, cruz de
estandarte, ampolletas, la custodia, las vinajeras y las crismeras. Merecen especial atención otras obras de plata de mayor valor como el Cáliz, del siglo XVI y el incensario, también del siglo XVI, construido por el maestro platero Pedro de Torres.
El interior del edificio, en otra época, cobijó unos púlpitos labrados en madera y hierro, ejecutados a finales del siglo XIX por el maestro artesano Atilano Carrasco. Fueron retirados de Su lugar para disponerlos en la cercana Ermita Del Divino Señor de la Caridad, hoy desaparecido. La parroquia de San Bartolomé gozó de una importante pujanza económica que procedía de los
substanciales ingresos económicos que recibía por las rentas de sus tierras, las donaciones perpetuas y los bienes que poseía en otras parroquias y localidades como por ejemplo las de Usagre, Retamal de Llerena, Hornachos, Ahillones y Berlanga.
renacentista. Se encuadra su construcción entre finales del siglo XV y mediados del siglo XVI, de modestas proporciones y ubicada en la plaza del mismo nombre. Hoy muy transformada.
La totalidad de la fábrica está construida con una mezcla de mampostería, verdugadas de ladrillo y refuerzos de sillares
pétreos en algunas esquinas, con cabecera más angosta y elevada y torre-fachada de estilo mudéjar.
Dicha torre está ejecutada por completo en ladrillo y consta de dos
cuerpos: El inferior, de gran proporción, ostenta bella portada de arco de medio punto con arquivoltas, conopio superior de notable
desarrollo y enmarcada en alfiz de escasa altura, sobre el que se dispone una pequeña ventana y una amplia decoración compuesta
de arcos ciegos con resaltes circulares en las enjutas. Remata este primer cuerpo en una cornisa de gran belleza. A los lados,
airosas columnas semicilíndricas anilladas.
El segundo cuerpo se alza sobre dicha cornisa y está decorada
con flameros en la parte inferior. Una triple imposta de sección
horizontal conecta con el cuerpo de campanas, el cual se
desdobla en dos vanos con arcos de medio punto por cada lado,
que están decorados en cada uno de sus lados con semicolumnas
cilíndricas. La fachada del evangelio presenta otra portada que se
cobija entre contrafuertes, que se presenta con un arco rebajado y
rematada mediante un frontón triangular. En el exterior del templo por el alero, recorre una hilera de canecillos. El interior del templo, de planta basilical y de amplia espacialidad, se cubre con bóvedas de cañón dividido en cinco tramos que descansan sobre pilastras adosadas, entre las que se abren capilas laterales por el costado de la epístola formando arco-solios. Estas tres primeras capillas del lado de la epístola, de menor tamaño, se cubren con bóvedas vaídas, mientras que la capilla del sagrario, algo mayor que las demás capillas, se cubre por medio de una cúpula sobre pechinas que descansa sobre cuatro arcos de medio punto, que al exterior presenta una minúscula linterna sobre un tambor circular, del que sirve para iluminar el interior. La cabecera, gótica, es poligonal y de doble tramo, con vanos apuntados y cubierta por bóveda de crucería.
A ella se aneja la sacristía por el costado de la Epístola, la cual se
cubre con una bóveda de crucería simple. También cuenta con un
despacho parroquial anejo a la sacristía. Siguiendo otros
ejemplos de pilas bautismales comarcanas, la de Campillo está
asentada en una capilla apartada, situada en el costado de la
epístola, a los pies del templo. Dicha capilla se cubre por una
bóveda plana y se cierra mediante una verja metálica.
La obra es de modesta concepción realizada en granito, con un
pie reducido, que en este caso es circular y copa de dilatado
diámetro, labrada con líneas que la acercan a la representación de
una concha santiaguista. Estas pilas bautismales, serían
trasladadas, según orden episcopal, desde los altares mayores
hasta las capillas laterales que pasaron a convertirse en modestos
baptisterios. En muchos templos encontraremos cruces y
veneras; emblemas de esta Orden, acompañadas de inscripciones
y leyendas que aluden al año de su realización (como es el caso
de la ubicada en la iglesia parroquial de Maguilla). Su espacio
interior se estructura en dos cuerpos; uno inferior de mayor
presencia y acusado valor artístico y otro superior, reconstruido
con escasa fortuna en 1955. En esa misma fecha se suprimió el
remate que se asentaba sobre la terraza al que además
acompañaba un reloj con pesas de granito, sustituyendo este
remate por una especie de estancia que hace las funciones de
mirador, produciendo una sensación modernidad en el edificio.
También se modificó el aspecto interior del templo haciendo
desaparecer el coro que se ubicaba justo a los pies del templo, y
en el que después se construyó un nuevo coro, al que se accede
por una escalera. También se encargó de modificar el aspecto
original del altar con la introducción de placas marmóreas y
vidrieras con representaciones de imágenes que harían las
funciones que en su lugar realizó el gran lienzo del muro del altar
mayor, y en el que en su lugar ocupa un hermoso sagrario
de rica ornamentación. En el lienzo se insertaba la imagen de la
Inmaculada Concepción con varios ángeles a sus pies, realizado
en óleo sobre retablo de mediados del siglo XVI, obra de Estacio
de Bruselas, que resultó destruido. Este tipo de modificaciones
producen una sensación de contemporaneidad que resta
originalidad al conjunto de la edificación. Este tipo de episodios
bélicos serían el desencadenante de otras pérdidas de gran valor
como lo son por ejemplo el órgano originario de 1720, comprado
por 600 reales, 400 de los cuales fueron aportados por las
autoridades eclesiásticas del Provisorato de Llerena o el traslado
de las piezas de orfebrería en 1836 a la localidad de Llerena por
miedo a ser robadas por las tropas francesas que amenazaban
con entrar en la localidad y así lo harían acabando con buena
parte de la documentación archivística del templo. Tiempo después, fueron trasladadas de nuevo a la localidad.
También destaca sobre todo la atractiva torre-fachada realizada por completo en ladrillo y dispuesta a los pies del templo. De maciza estructura cuadrangular, se sitúa adelantada sobre el cuerpo principal flanqueado por estructuras de igual altura, en una de las cuales se aloja la escalera de acceso, de ocho arcos, aunque existen hipótesis de que la altura de la torre fuese aún mayor y
que hubiera que reducirla debido a alguna deficiencia
constructiva.
El templo cuenta con varios altares, entre los que
destacan el de San Antonio, la Virgen del Rosario y la Virgen del
Niño, ambos de madera tallada del s. XVIII. Asimismo hay que
considerar el altar de las Ánimas de los siglos XVII-XVIII, con un
lienzo sin firma de considerables dimensiones, que preside todo
el altar; el retablo de Nuestro Padre Jesús, también de los siglos
XVII-XVIII, un lienzo más pequeño representando a San Bartolomé,
pintado por J. Pedraza y también otro lienzo representando a la
virgen de Guadalupe, de digna factura. El interior del templo
también alberga varias tallas de escultura de distinta cronología,
entre las que destacan:
Talla de Nuestra Señora del Rosario: (Siglo XVI)
San Antonio de Padua: (Siglo XVIII)
Talla moderna de Ntra. Sra. del Rosario: (Siglos XVII-XVIII)
Santo Cristo de la Sangre: (Siglo XVIII)
Nuestro Padre Jesús Nazareno: (talla contemporánea).
Cristo crucificado: (talla moderna)
Cristo resucitado: (talla moderna)
Cristo Yacente: (talla contemporánea)
Talla de la Purísima concepción: (talla moderna)
Virgen del Carmen: (talla moderna).
El templo también alberga obras de platería, pero no obstante sobresalen algunas piezas en plata. Como más significativas señalamos: el cáliz, patenas, cucharas, cruz de
estandarte, ampolletas, la custodia, las vinajeras y las crismeras. Merecen especial atención otras obras de plata de mayor valor como el Cáliz, del siglo XVI y el incensario, también del siglo XVI, construido por el maestro platero Pedro de Torres.
El interior del edificio, en otra época, cobijó unos púlpitos labrados en madera y hierro, ejecutados a finales del siglo XIX por el maestro artesano Atilano Carrasco. Fueron retirados de Su lugar para disponerlos en la cercana Ermita Del Divino Señor de la Caridad, hoy desaparecido. La parroquia de San Bartolomé gozó de una importante pujanza económica que procedía de los
substanciales ingresos económicos que recibía por las rentas de sus tierras, las donaciones perpetuas y los bienes que poseía en otras parroquias y localidades como por ejemplo las de Usagre, Retamal de Llerena, Hornachos, Ahillones y Berlanga.