Yo todos los años paso una vez por ese camino y en la foto parece que yo nunca he pasado. Aunque el camino se hace duro, aunque la mochila pese mucho por los problemas, aunque haga frio, o sol, vale la pena salir de casa con sandalias viejas y el corazón abierto para que lo llenes de tu misericordia, de tu paz y de tu amor. La paz que se siente cuando divisas lo cerros sin fin, te pone la carne de gallina.