A mi
casa
En una camioneta cargada de humildes enseres, una tarde de
otoño a tu
puerta arribamos. Rebosantes de ilusiones tardías y tempranas, un poco de zozobra por lo incierto del mañana.
Trastos y muebles fueron cubriendo tus espacios, suspiros y risas en el lugar soñado. Un halo de esperanza envolvió tus jóvenes muros, rodeados de la armonía de encinas y
campos.
Fantasía, mirada de niños, el
pórtico de la entrada nos hizo exclamar: ¡Oh! ¡Esto es un
palacio! Entre tus blancas paredes
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