A mi casa
En una camioneta cargada de humildes enseres, una tarde de otoño a tu puerta arribamos. Rebosantes de ilusiones tardías y tempranas, un poco de zozobra por lo incierto del mañana.
Trastos y muebles fueron cubriendo tus espacios, suspiros y risas en el lugar soñado. Un halo de esperanza envolvió tus jóvenes muros, rodeados de la armonía de encinas y campos.
Fantasía, mirada de niños, el pórtico de la entrada nos hizo exclamar: ¡Oh! ¡Esto es un palacio! Entre tus blancas paredes de todo disfrutamos: Sombras tenebrosas y explosiones de claridad.
Ahora, después de tantos años, serena el alma y con suspiro callado, eres la inhiesta morada evocadora de un pasado, que pone una lágrima pronta a escapar en mis ojos.
J. Gala.
En una camioneta cargada de humildes enseres, una tarde de otoño a tu puerta arribamos. Rebosantes de ilusiones tardías y tempranas, un poco de zozobra por lo incierto del mañana.
Trastos y muebles fueron cubriendo tus espacios, suspiros y risas en el lugar soñado. Un halo de esperanza envolvió tus jóvenes muros, rodeados de la armonía de encinas y campos.
Fantasía, mirada de niños, el pórtico de la entrada nos hizo exclamar: ¡Oh! ¡Esto es un palacio! Entre tus blancas paredes de todo disfrutamos: Sombras tenebrosas y explosiones de claridad.
Ahora, después de tantos años, serena el alma y con suspiro callado, eres la inhiesta morada evocadora de un pasado, que pone una lágrima pronta a escapar en mis ojos.
J. Gala.