¡Diosas, qué carnicería!
Pasó un catorce de agosto
y continuó al siguiente día
ejecutada por seres foscos
que disfrutaron de aquella orgía
sembrando terrores nuevos
en inocentes ciudadanos
que inermes ni se defendían.
Venganza de un Dios injusto
que masacró a un pueblo sano
tras machacarlo primero
con las bombas que caían
desde los más altos cielos
que, inocentes, ni intuían
hasta que en sus cuerpos resecos
penetraba y desgarraba la metralla.
Títeres con uniformes
cometieron la fechoría
elaborada en mente deforme
que podrida alma tenía.
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