En ese humbral veo fantasmas del pasado, risas, besos, cuerpos tirados por el suelo, niños jugando a que se quieren, sentimientos demasiado grandes y violentos para ser albergados en almas tan inocentes. Y su carita grabada a fuego en mi infartado corazón. ¡Y quisiera ser, como el niño aquel, como el hombre aquel que es
feliz, y quisiera dar lo que hay en mí, todo a cambio de una
amistad, y olvidar el rencor y regalar sólo amor!