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HERRERA DEL DUQUE: Rodando, rodando llego al Castillo, desde sus muros...

Rodando, rodando llego al Castillo, desde sus muros imagino batallas entre moros y cristianos, hay cosas que nunca cambian. Me sorprendo al reconocer otros pueblos: Fuenlabrada, Castilblanco, Peloche, .. Y, la eterna pregunta: ¿Cómo creció esa Higuera entre los yermos muros?. Los cuervos, los cardos, las ovejas, los olivos...; las antenas y, el generador, que con su run-rún te va rollendo el corazón. El aire sopla fuerte, parece que voy a caer; no, parece que voy a volar. Desciendo, por el camino de los Valles, creo que me pasaré por Consolación. ¿Qué herrereño no tiene una Consoli en su vida?, aunque no sea virgen. Los alcornoques y las fuentes, que con su glu-glú te llenan el corazón. Regreso al pueblo, han asfaltado el camino, me apetece correr, no tengo frenos, el viento en mis oidos es intenso y me desintegro, me fundo con mi pueblo.
Los perros, los gatos, las ovejas, las cabras, las gallinas, todos estos animales defecan y hacen pis líbremente en los campos de Herrera: al Suelo lo que es del Suelo. ¿Por qué huele tan mal el Pelochejo?¿Por qué en medio de la dehesa hay un basurero?¿Por qué a los cazadores se les llama furtivos cuando no tienen dinero?.
Las aceitunas, las matanzas, la lumbre, todo trankilo: al Hombre lo que es del Hombre.¿Por qué los bares se llevan la vida de quien lo tiene todo pero no lo ve?. ¡Alimenta el espíritu!
Cuando subo al castillo y desde lo alto de sus muros veo mi pueblo, los micromachín que vienen por la carretera de Fuenlabrada, la dehesa, el puerto de las Navas, el de Consolación y los Valles, me entran ganas de volar y a vista de grajo gritar, ¡Herrera!, ¡Herrera!, ¡LIBERTAD!