Cuando subo al
castillo y desde lo alto de sus muros veo mi
pueblo, los micromachín que vienen por la
carretera de Fuenlabrada, la dehesa, el
puerto de las Navas, el de Consolación y los
Valles, me entran ganas de volar y a vista de grajo gritar, ¡Herrera!, ¡Herrera!, ¡LIBERTAD!