Me alegra que el foro vaya remontando, ese fue siempre mi deseo, pero falta mucha más participación. Así que a riesgo de parecer “cansina” os digo lo de siempre, escribid. Que nadie se escude en “yo no sé qué decir” o no sé escribir bien. Cada uno lo hará como sepa, con faltas, junto, separado…No importa el envoltorio, lo que importa es el contenido.
Ahora que viene la Velá, recuerdo las nuestras, que nos parecían mejores, porque a los mayores “cualquier tiempo pasado nos parece mejor”. Por eso nos siguen gustando las canciones de nuestra época, la moda y todo lo referido a nuestra juventud (divino tesoro) que tan poco dura.
Nuestra Velá era también diferente. Empezaban los prolegómenos un mes antes, una actividad frenética se apoderaba de todos. Encalar la fachada, hacerse la permanente, acaparar a las modistas (Ascensión ó Primitiva), que no daban abasto para que ninguna se quedase sin su vestido. Entonces venían a casa, y tenían las madres que hacer malabarismos para que no coincidiera con la sacada del estiércol o la entrada de la paja, que lamentablemente también ocurría en las mismas fechas. Lavar los colchones, llenar de bálago los jergones, solear las camisas blancas de los hombres para que estuvieran impecables (el primer chorreón de vino arruinaba todo el trabajo), lo que digo…un sin vivir.
Llegaba el día 13 y todo se daba por bien empleado. Alcanzaba la virgen la Salve, y las mozas la cantábamos a voz en cuello. Las viejas lloraban a moco tendido. Don José el cura, empezaba a predicar (mi hermano decía despotricar, no le gustaban sus sermones).
Cuando entrábamos la Virgen, íbamos como locos a buscar un velador, y sillas suficientes para toda la corropla. Las sillas de tijera, que como no te andaras con ojo, se abrían y te pegabas el mochazo. Los veladores de madera, entre los rollos no asentaban ni para atrás, y al menor vaivén se te iba la Mirinda al coño.
Ya seguiré que se me van a pegar las lentejas!
Ahora que viene la Velá, recuerdo las nuestras, que nos parecían mejores, porque a los mayores “cualquier tiempo pasado nos parece mejor”. Por eso nos siguen gustando las canciones de nuestra época, la moda y todo lo referido a nuestra juventud (divino tesoro) que tan poco dura.
Nuestra Velá era también diferente. Empezaban los prolegómenos un mes antes, una actividad frenética se apoderaba de todos. Encalar la fachada, hacerse la permanente, acaparar a las modistas (Ascensión ó Primitiva), que no daban abasto para que ninguna se quedase sin su vestido. Entonces venían a casa, y tenían las madres que hacer malabarismos para que no coincidiera con la sacada del estiércol o la entrada de la paja, que lamentablemente también ocurría en las mismas fechas. Lavar los colchones, llenar de bálago los jergones, solear las camisas blancas de los hombres para que estuvieran impecables (el primer chorreón de vino arruinaba todo el trabajo), lo que digo…un sin vivir.
Llegaba el día 13 y todo se daba por bien empleado. Alcanzaba la virgen la Salve, y las mozas la cantábamos a voz en cuello. Las viejas lloraban a moco tendido. Don José el cura, empezaba a predicar (mi hermano decía despotricar, no le gustaban sus sermones).
Cuando entrábamos la Virgen, íbamos como locos a buscar un velador, y sillas suficientes para toda la corropla. Las sillas de tijera, que como no te andaras con ojo, se abrían y te pegabas el mochazo. Los veladores de madera, entre los rollos no asentaban ni para atrás, y al menor vaivén se te iba la Mirinda al coño.
Ya seguiré que se me van a pegar las lentejas!