No quisiera añadir confusión, pero yo creo –María- que tú desde la esquina de “Cortecita” malamente podías ver, ni por las rendijas, cine alguno, y me atrevería a decirte que ni oírlo. Quizá, el cine que recuerdes es uno que se hacía –sólo en verano- en lo que hoy es un corralón adosado a la casa de “Maltipo”. Quien se fije en esta preciosa casa, observará que su entrada la forman dos pilares en los que se apoya un dintel (las tres piezas de granito), y en este último aparece una fecha 1919 (¿) y las iniciales M. G. que se refieren a la primera propietaria de esa casa: Margarita Gorné (quien merece que se cuente su historia). Bien, pues el corralón de al lado fue sede de eventos culturales, entre ellos el cine, desde la posguerra hasta l959 (¿). Este cine, María, lo pudistes ver desde la esquina del paseo de la Iglesia, lejos de la casa de la Maximina (que se apellidaba Romero como tú), y a la que quiero recordar un día de estos por su batalladora vida y los sinsabores de su muerte, junto al bueno y educado Agustín Moreno y su simpático gato “Pachín”.
Aparte de la pregonera de los “Calentitos”, tengo pendiente un recuerdo para otras mujeres que sólo el recordarlas me enternece el alma: la Visita “del pan” (sacó adelante cuatro hijos sin más ayuda que su trajinar); la Humilde “la de Ratita” (qué educación, qué valor y qué fuente de sabiduría); la Petra “de la colonia” (minusválida, casi ciega, autónoma total); la Victoriana de la que ya hemos hablado (inventora del “microcrédito”, escribo en serio); aquella Manuela (de la calle Alta), vendiendo encima de su burra ambulante; y tantas otras que el Foro añadirá: pasaron por la vida, calladamente, dando mucho sin derecho a nada. Me ronda la cabeza una boutade, por eso de que debo tener alguna brizna o neurona política: ¿por qué, de una puta vez, no se celebra el día del hombre trabajador para ver lo ridículo que somos? Y aprovechar esa celebración -aparte de abolirla en el mismo día- para añadir en la Reforma Laboral: “Aquí nos referimos a personas, ¡Ay de aquel que descrimine a alguien”! Y punto.
Victoria, nadie, absolutamente nadie, pudo aclararme hasta que lo has hecho tú, para qué coño se pregonaban y cambiaban garrotes por alfileres: muchas gracias. Y a cambio te aclaro algo (que tu buen padre habría hecho mejor que yo), el trigomillo es un nombre compuesto que sólo existe en el argot jabeño: su nombre es “millo”, y no es otra cosa que una variedad del maíz, bueno es maíz mismo. En Canarias, donde yo viví durante 1970 y l97l, el millo y el trigo se trituran juntos para hacer el famoso “gofio”canario, y de ahí viene, seguramente, lo de trigo-millo.
Querido/a UNOMAS, yo creo que el “viajero”, efectivamente, estaba en una esquina y el sonco del barbero en la otra, independientemente de donde viviera. Por cierto, el socio de Casimiro, “el Cano”, qué buena gente era y qué drama el accidente doméstico que marcó su existencia.
Termino, porque en La Haba -de donde ya recuerdo más muertos que vivos- vamos a agotar el censo al ritmo que llevamos en el Foro.
Buenas noches a todos, y muy especialmente a la entrañable Andrea.
Aparte de la pregonera de los “Calentitos”, tengo pendiente un recuerdo para otras mujeres que sólo el recordarlas me enternece el alma: la Visita “del pan” (sacó adelante cuatro hijos sin más ayuda que su trajinar); la Humilde “la de Ratita” (qué educación, qué valor y qué fuente de sabiduría); la Petra “de la colonia” (minusválida, casi ciega, autónoma total); la Victoriana de la que ya hemos hablado (inventora del “microcrédito”, escribo en serio); aquella Manuela (de la calle Alta), vendiendo encima de su burra ambulante; y tantas otras que el Foro añadirá: pasaron por la vida, calladamente, dando mucho sin derecho a nada. Me ronda la cabeza una boutade, por eso de que debo tener alguna brizna o neurona política: ¿por qué, de una puta vez, no se celebra el día del hombre trabajador para ver lo ridículo que somos? Y aprovechar esa celebración -aparte de abolirla en el mismo día- para añadir en la Reforma Laboral: “Aquí nos referimos a personas, ¡Ay de aquel que descrimine a alguien”! Y punto.
Victoria, nadie, absolutamente nadie, pudo aclararme hasta que lo has hecho tú, para qué coño se pregonaban y cambiaban garrotes por alfileres: muchas gracias. Y a cambio te aclaro algo (que tu buen padre habría hecho mejor que yo), el trigomillo es un nombre compuesto que sólo existe en el argot jabeño: su nombre es “millo”, y no es otra cosa que una variedad del maíz, bueno es maíz mismo. En Canarias, donde yo viví durante 1970 y l97l, el millo y el trigo se trituran juntos para hacer el famoso “gofio”canario, y de ahí viene, seguramente, lo de trigo-millo.
Querido/a UNOMAS, yo creo que el “viajero”, efectivamente, estaba en una esquina y el sonco del barbero en la otra, independientemente de donde viviera. Por cierto, el socio de Casimiro, “el Cano”, qué buena gente era y qué drama el accidente doméstico que marcó su existencia.
Termino, porque en La Haba -de donde ya recuerdo más muertos que vivos- vamos a agotar el censo al ritmo que llevamos en el Foro.
Buenas noches a todos, y muy especialmente a la entrañable Andrea.