El primer coche, como el primer amor, también aceleraba el corazón; y casi siempre, como aquel, terminaba roto dejándonos alguna que otra herida.
Rectifico, el primer coche aceleraba corazones porque –en la época a la que me refiero- era la infraestructura mínima que teníamos para amar-nos: quedo así a salvo de que alguna forera me tilde el escrito de discriminatorio. En cualquier caso, hasta bien entrado los años setenta, casi en la bocana de los ochenta, ninguna mujer jabeña tuvo carné de conducir y consecuentemente su primer coche. (Vuelvo a rectificar, pues la Nicasia -hija de Nicolás- fue la primera del pueblo en tenerlo al resultar que su marido, Antonio “el Rubio”, tenía menguada la visión debido a su pertinaz diabetes mucho antes de todo eso. Y no muy lejos andaba la Práxedes quien, en sus labores gerenciales con Félix Forcallo, conducía un Citroen para su trajinar comercial). Y antes, mucho antes, doña Dulce la comadrona sí que fue una adelantada pues cambió su vespa con sidecar por un seiscientos blanco a finales de los sesenta, pero esta no era jabeña.
Luego llegó mi amigo Alonso “el del Montecillo”, distribuyó carnés a diestro y siniestro y vulgarizó la cosa hasta nuestros días.
El primer coche como Dios manda que llegó al pueblo, flamante, fue un 850 Seat Cooupé que don Francisco Guerrero, el boticario, le compró a su único hijo (mi amigo) Sebastián, estudiante de farmacia en Santiago de Compostela: era blanco, de línea deportiva y corría a 120. Hasta que se sacó el carné, lo conducía Paco “el Gafas”, taxista oficial del pueblo junto a Benito “el de Eulalio” y Pepe “el de la Evarista”, trío este que con respeto trataremos algún día. Cuando Sebastián, siempre con un fajo de billetes de veinte duros en el bolsillo, se presentaba en “Los Robles” con el Coopé, se paraba hasta la música: ¡Qué pobrecitos estábamos hechos! Entonces, tener coche era sinónimo de ligue seguro, y oye, era casi verdad porque: ¡Qué pobrecitas estábamos hechas!
Entonces los accidentes de tráfico eran poco frecuentes por dos razones: había pocos coches y los conductores eran en general personas entradas en años. Yo recuerdo a la pareja de la Guardia Civil confraternizando con nosotros a base de cubetas de vino y al despedirse decirnos:”tomaros la espuela que paga el cabo, para que veáis la carretera alumbrada”. Y es que era otro mundo.
Hoy los accidentes de tráfico nos tienen con el corazón en un puño: la semana pasada el destino ha querido hacer un milagro con el más joven de mis sobrinos y mantenerlo vivo en contra de todas las leyes físicas. Es tan fuerte que pronto se enamorará de otro coche, pero amará con respeto que es como hay que amar, hasta a las cosas.
Buenas noches a todos,
Rectifico, el primer coche aceleraba corazones porque –en la época a la que me refiero- era la infraestructura mínima que teníamos para amar-nos: quedo así a salvo de que alguna forera me tilde el escrito de discriminatorio. En cualquier caso, hasta bien entrado los años setenta, casi en la bocana de los ochenta, ninguna mujer jabeña tuvo carné de conducir y consecuentemente su primer coche. (Vuelvo a rectificar, pues la Nicasia -hija de Nicolás- fue la primera del pueblo en tenerlo al resultar que su marido, Antonio “el Rubio”, tenía menguada la visión debido a su pertinaz diabetes mucho antes de todo eso. Y no muy lejos andaba la Práxedes quien, en sus labores gerenciales con Félix Forcallo, conducía un Citroen para su trajinar comercial). Y antes, mucho antes, doña Dulce la comadrona sí que fue una adelantada pues cambió su vespa con sidecar por un seiscientos blanco a finales de los sesenta, pero esta no era jabeña.
Luego llegó mi amigo Alonso “el del Montecillo”, distribuyó carnés a diestro y siniestro y vulgarizó la cosa hasta nuestros días.
El primer coche como Dios manda que llegó al pueblo, flamante, fue un 850 Seat Cooupé que don Francisco Guerrero, el boticario, le compró a su único hijo (mi amigo) Sebastián, estudiante de farmacia en Santiago de Compostela: era blanco, de línea deportiva y corría a 120. Hasta que se sacó el carné, lo conducía Paco “el Gafas”, taxista oficial del pueblo junto a Benito “el de Eulalio” y Pepe “el de la Evarista”, trío este que con respeto trataremos algún día. Cuando Sebastián, siempre con un fajo de billetes de veinte duros en el bolsillo, se presentaba en “Los Robles” con el Coopé, se paraba hasta la música: ¡Qué pobrecitos estábamos hechos! Entonces, tener coche era sinónimo de ligue seguro, y oye, era casi verdad porque: ¡Qué pobrecitas estábamos hechas!
Entonces los accidentes de tráfico eran poco frecuentes por dos razones: había pocos coches y los conductores eran en general personas entradas en años. Yo recuerdo a la pareja de la Guardia Civil confraternizando con nosotros a base de cubetas de vino y al despedirse decirnos:”tomaros la espuela que paga el cabo, para que veáis la carretera alumbrada”. Y es que era otro mundo.
Hoy los accidentes de tráfico nos tienen con el corazón en un puño: la semana pasada el destino ha querido hacer un milagro con el más joven de mis sobrinos y mantenerlo vivo en contra de todas las leyes físicas. Es tan fuerte que pronto se enamorará de otro coche, pero amará con respeto que es como hay que amar, hasta a las cosas.
Buenas noches a todos,
Buenas tardes, pues sigue reflexionando Leganes ¿estas seguro que Paco "El Gafas" (que en paz descanse) llevaba el coche de Sebastian? yo creo que hay tus memorias han fallado un poco, vuelve a pensar y recordar que en algo te has equivocado con toda seguridad. Un saludo
Hola Ana, me alegro de verte por aquí. Espero que a partir de ahora sepamos de ti con más frecuencia, para ello -si hace falta- me equivoco más veces, que esto es así.
Bien, el coche de Sebastián lo llevaba él mismo. Ya he dicho que en multidud de ocasiones los amigos nos fuimos con él a "Los Robles" y otros lugares, pero en viajes largos (como era el caso a la facultad de Santiago alguna vez) y hasta que se "hizo" con los mandos, Paco "el Gafas" q. e. p. d. (marido de la Flora de tío Ricardo) le hizo de chófer, lo recuerdo perfectamente.
Pero insisto, si mi equivocación vale para atraerte, encantado de que sea así.
Saludos,
Bien, el coche de Sebastián lo llevaba él mismo. Ya he dicho que en multidud de ocasiones los amigos nos fuimos con él a "Los Robles" y otros lugares, pero en viajes largos (como era el caso a la facultad de Santiago alguna vez) y hasta que se "hizo" con los mandos, Paco "el Gafas" q. e. p. d. (marido de la Flora de tío Ricardo) le hizo de chófer, lo recuerdo perfectamente.
Pero insisto, si mi equivocación vale para atraerte, encantado de que sea así.
Saludos,
Ana, como claramente dije ahí arriba, Sebastián conducía su propio coche. Paco, que ya era taxista con su cohe 15OO "C" (espero no equivocarme en el modelo), y hasta que Sebastián se sintió seguro en la conducción), lo llevaba a Galicia porque su padre, don Paco, se lo imponía. No es correcto, efectivamente, decir que era su chófer. Pero lo que tiene realmente interés es saber que tú escribes desde el pueblo, esto si que es una noticia, y una ventaja: cada duda que se plantee siempre podrás consultarla con los mayores del pueblo.
Por ello, nos alegramos de tu vuelta al Foro.
Saludos,
Por ello, nos alegramos de tu vuelta al Foro.
Saludos,