LA HABA: Sólo la muerte de Piki ha trastocado esta noche estupenda...

Sólo la muerte de Piki ha trastocado esta noche estupenda en la que la primavera, en la primera de sus madrugadas, nos ha traído la lluvia: no sé cómo será de duradera, o de efímera, pero ahora es intensa y – como en el amor- hay que disfrutarla a placer y en profundidad. He salido a ver mis yedras, el cactus trichoncerus, los pensamientos, helechos y esparragueras, hortensias y cóleos, y cómo –sin boca- parecen estar entonando un ¡Gloria! a la Naturaleza por este alivio. Ojala persista y riegue a cántaros nuestras sedientas tierras jabeñas. Y si así no fuera, el alcalde –que nos lee, pero no nos escribe- podía contratar a Pablo Guerrero, un fin de semana de estos, para hacer una rogativa profana al respecto. Y, para que el núcleo de siempre no se encone, hágase también una rogativa como en la época pertinaz del Difunto.

El alma de UNOMAS, se ha quedado esta noche un jirón de sus sentimientos en el Foro, la lluvia –su olor- le ha hecho viajar al universo de retamas y adelfas que bordean el Ortiga, le ha subido en volandas hasta la propia ermita de la Antigua, y, en un santiamén, se ha visto sentado/a bajo esa encina que de hermosa que es parece un cortijo vegetal para pobres en comuna, así es de bella. Pero en ese ofrecimiento que nos hace en tercera persona, subyace (o yo intuyo) la mala noticia de que este año va a estar ausente: si me confundo, te encontraré y, como siempre, ¡bendito error!

Sigue lloviendo y no me da la real gana de acostarme, Como a estas horas, en las que intento recordarlo, lloviera o tronase, los jareros –a veces furtivamente- se iban a por su carga de jara mientras los demás dormían. El objeto de su trabajo era ganarse unos durillos que les compensaban los panaderos por proveerles de combustible para conseguir aquel pan tan apetitoso que tenemos en nuestro recuerdo. La jara, en el sotobosque mediterráneo, es prácticamente un matorral que cubre generosamente todos los faldones de las sierras extremeñas, o sea, que había y hay jara para todos. Pues, a veces, -es que me lo están recordando las canales que oigo- empapados de agua desde la gorra a las sandalias, con esas chaquetas amarillentas de pana como prenda principal de abrigo, tiznados en sus caras por el polvo de alguna parva de picón que pisaran, eran “asaltados” por los agentes del orden para requisarles, ¡por los Clavos de Cristo!, para requisarles las tres gavillas que cariñosamente dispuestas transportaba alegremente su burrillo: habían robado jara, jara para el pan nuestro de cada día, simple jara, Señor. ¿Qué sentiría en sus adentros un jarero, cuando aquel guardia le quitara su jara y su pan?

(Hoy como ha llovido, he escrito de lo que me ha dado la gana. Pero soy consciente de que tengo pendiente: los mineros entrañables de Andrea, comentar con Victoria unos asunto criminales, no tratar con Victoria las cosas que, siendo criminales, no se deben tratar, rogar a Ana que nos cuente si llueve en el pueblo como llueve esta noche aquí, requerir a Yole en la Merendilla salvo imponderable, releerme “E. de la locura” para poder comentar con algún psicólogo la adoración que tengo por ella, enterarme de la edad que tiene el hijo pequeño de Pepe Romero, etc. etc.. Y trabajar, pero sólo un poquito).

Buenas noches a todos,
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Que simbiosis has formado entre la lluvia y los jareros, tan distintos pero el hombre asociándose a la jara que gracias a esa lluvia revive, eran capaz de sacar el pan para sobrevivir, bendito pan de nuestra infancia, con miel, aceite, chorizo o solo, que bueno y saludable, a estos hombres los recuerdo bien, ya que bien temprano por la mañana estaban de vuelta, algunos hasta con los pies descalzos, el monte era su hábitat, después de descargar volvían otra vez a la sierra para hacer el carbón, carbonilla ... (ver texto completo)