Queridos gamberros:
Aun a sabiendas de que nada leéis, quiero dirigirme a vosotros, ya desde Madrid, para trasladar al Foro el sentimiento de disgusto con el que terminé la tarde del pasado 30 de abril debido a vuestro inaceptable comportamiento en la Casa de la Cultura. Esa tarde, acompañado de toda mi familia -incluido los pequeñines- nos dispusimos a disfrutar mirando los libros, abriendo alguno de ellos, leyendo algún párrafo, descubriendo las novedades literarias, en fin todas esas curiosidades que a vosotros, por necios, os parecen tonterías. Llegasteis en tropel, con gran algarabía y desbarajuste, rompiendo el agradable silencio del que estábamos disfrutando; erais cinco y os comandaba, como casi siempre, el más “valiente”: eructó, hizo pedorretas, aporreó las teclas del ordenador, en fin, todas esas lindezas tan graciosas propia de los que lideran a un grupo de desorientados que es lo que, tristemente, sois los que le acompañabais.
Quiero deciros que para mí, y para la mayoría de los jabeños (entre los que incluyo a vuestros honrados padres), una biblioteca es un lugar sagrado, y en la Casa de la Cultura en la que está ubicada –críticas aparte- tenemos un hogar colectivo donde podemos emplear nuestras horas libres positivamente, un lugar de lujo para distraernos, disfrutar y aprender. Un espacio que puede sustituir el ir y venir sin ton ni son, rellenando –felizmente- esos huecos baldíos que a veces padecemos en los pueblos pequeños como es el nuestro. Una idea tendente a evitar o disuadir de las tentaciones gamberriles que con vosotros no ha funcionado. Todavía estáis a tiempo de reflexionar y rectificar, porque si con dieciséis años empleáis vuestro tiempo libre en “reventar” una grata tarde de lectura a una familia, sin ningún tipo de contrición, no esperéis a cambio una sociedad que con vosotros sea benevolente y con el grado de bienestar que ahora denostáis: nunca más, os lo ruego, no lo hagáis nunca más.
Termino, sólo deciros, que cada vez que tenga unos días libres viajaré a mi pueblo, y allí estaré en la biblioteca: voy dispuesto a seguir leyendo por mucho que intentéis molestar; y, también, voy dispuesto a disculparos si es vuestra intención.
Saludos,
P. D. (Si mi familia lo pasó mal, peor lo debió pasar el joven bibliotecario que trató, por todos los medios educados posibles, persuadir a este grupo de “gansos” de que se fueran del centro. Quiero desde aquí reconocerle su buen trabajo -qué buena elección ha hecho con él el ayuntamiento-, sus buenas maneras, su seriedad, y su amable proceder cada vez que voy a la biblioteca: porque este joven, y no aquellos, es quien representa a la juventud jabeña. Un abrazo para él, del que desconozco hasta su nombre, y mis mejores deseos de que continúe en su puesto).
Aun a sabiendas de que nada leéis, quiero dirigirme a vosotros, ya desde Madrid, para trasladar al Foro el sentimiento de disgusto con el que terminé la tarde del pasado 30 de abril debido a vuestro inaceptable comportamiento en la Casa de la Cultura. Esa tarde, acompañado de toda mi familia -incluido los pequeñines- nos dispusimos a disfrutar mirando los libros, abriendo alguno de ellos, leyendo algún párrafo, descubriendo las novedades literarias, en fin todas esas curiosidades que a vosotros, por necios, os parecen tonterías. Llegasteis en tropel, con gran algarabía y desbarajuste, rompiendo el agradable silencio del que estábamos disfrutando; erais cinco y os comandaba, como casi siempre, el más “valiente”: eructó, hizo pedorretas, aporreó las teclas del ordenador, en fin, todas esas lindezas tan graciosas propia de los que lideran a un grupo de desorientados que es lo que, tristemente, sois los que le acompañabais.
Quiero deciros que para mí, y para la mayoría de los jabeños (entre los que incluyo a vuestros honrados padres), una biblioteca es un lugar sagrado, y en la Casa de la Cultura en la que está ubicada –críticas aparte- tenemos un hogar colectivo donde podemos emplear nuestras horas libres positivamente, un lugar de lujo para distraernos, disfrutar y aprender. Un espacio que puede sustituir el ir y venir sin ton ni son, rellenando –felizmente- esos huecos baldíos que a veces padecemos en los pueblos pequeños como es el nuestro. Una idea tendente a evitar o disuadir de las tentaciones gamberriles que con vosotros no ha funcionado. Todavía estáis a tiempo de reflexionar y rectificar, porque si con dieciséis años empleáis vuestro tiempo libre en “reventar” una grata tarde de lectura a una familia, sin ningún tipo de contrición, no esperéis a cambio una sociedad que con vosotros sea benevolente y con el grado de bienestar que ahora denostáis: nunca más, os lo ruego, no lo hagáis nunca más.
Termino, sólo deciros, que cada vez que tenga unos días libres viajaré a mi pueblo, y allí estaré en la biblioteca: voy dispuesto a seguir leyendo por mucho que intentéis molestar; y, también, voy dispuesto a disculparos si es vuestra intención.
Saludos,
P. D. (Si mi familia lo pasó mal, peor lo debió pasar el joven bibliotecario que trató, por todos los medios educados posibles, persuadir a este grupo de “gansos” de que se fueran del centro. Quiero desde aquí reconocerle su buen trabajo -qué buena elección ha hecho con él el ayuntamiento-, sus buenas maneras, su seriedad, y su amable proceder cada vez que voy a la biblioteca: porque este joven, y no aquellos, es quien representa a la juventud jabeña. Un abrazo para él, del que desconozco hasta su nombre, y mis mejores deseos de que continúe en su puesto).
Buenos días,
En relación con los hechos que relatas, y en lo que a mí respecta como responsable municipal, solo puedo pedirte disculpas y decirte que siento lo ocurrido. Tienes mi compromiso de que intentaremos que esto no vuelva a pasar.
Después de la lectura de tu relato, he solicitado información al bibliotecario (por cierto, se llama Rubén), que me ha confirmado lo sucedido y me ha facilitado los nombres de estos chavales, a los que al parecer en alguna otra ocasión ha tenido que llamar la atención. Además, según su criterio, y visto que quedó solucionado, entendió que no era necesario informar de ello en el Ayuntamiento.
Para evitar en lo sucesivo este tipo de comportamientos, desde hoy mismo, el bibliotecario deberá informar de ellos a esta alcaldía, y no te quepa la menor duda de que, quien no este preparado para la convivencia en un lugar como la biblioteca, no la va a pisar hasta que el respeto hacia los demas sea su bandera mas preciada.
No obstante, los padres de estos chavales serán informados del comportamiento de sus hijos.
Te agradezco tu escrito, y ya sabes, estoy a vuestra disposición en lo que pueda colaborar.
Pd.: Gracias a tod@s por vuestra bienvenida a esta casa.
Un abrazo.
En relación con los hechos que relatas, y en lo que a mí respecta como responsable municipal, solo puedo pedirte disculpas y decirte que siento lo ocurrido. Tienes mi compromiso de que intentaremos que esto no vuelva a pasar.
Después de la lectura de tu relato, he solicitado información al bibliotecario (por cierto, se llama Rubén), que me ha confirmado lo sucedido y me ha facilitado los nombres de estos chavales, a los que al parecer en alguna otra ocasión ha tenido que llamar la atención. Además, según su criterio, y visto que quedó solucionado, entendió que no era necesario informar de ello en el Ayuntamiento.
Para evitar en lo sucesivo este tipo de comportamientos, desde hoy mismo, el bibliotecario deberá informar de ellos a esta alcaldía, y no te quepa la menor duda de que, quien no este preparado para la convivencia en un lugar como la biblioteca, no la va a pisar hasta que el respeto hacia los demas sea su bandera mas preciada.
No obstante, los padres de estos chavales serán informados del comportamiento de sus hijos.
Te agradezco tu escrito, y ya sabes, estoy a vuestra disposición en lo que pueda colaborar.
Pd.: Gracias a tod@s por vuestra bienvenida a esta casa.
Un abrazo.