-25% desde aquí

LA HABA: Hola Esther: en primer lugar agradecer que te intereses...

Hola a todos, me llamo Esther.
Unos compañeros y yo, estamos haciendo un grupo de Trabajo de la UNEX sobre la Haba, a cerca del Ciclo Festivo y del Ciclo de la Vida.
Buscando por internet he encontrado que las fiestas mas grandes son las de MArzo, la Jira y la Velé en agosto, pero necesitaba saber si hay alguna fiesta más... si se hace algo en especial en Navidad, cuando son las procesiones en Semana Santa, o si hay alguna otra fiesta más de barrio.
Muchas Gracias. Tenemos que acercarnos allí y seguramente en la casa de la cultura nos lo podran decir.... pero es para ir adelantando el trabajo y saberlo con seguridad, muchas gracias

Hola Esther: en primer lugar agradecer que te intereses por temas relacionados con nuestro pueblo. No podría hacer yo mejor relato que Leganés sobre el tema pero creo que ha olvidado el 13 de septiembre que también se celebra una romería. Si en la del 13 de agosto se traslada a la Virgen de la Antigua desde su santuario al pueblo, el 13 de septiembre hace el recorrido a la inversa.

En cuanto a las procesiones de Semana Santa, no hay ninguna que tenga una característica especial. Solo recuerdo que el sábado se hacía una hoguera en la puerta de la iglesia y que el jueves se pasaba la iglesia toda la noche abierta para aquellos que querían velar al Santísimo. Para los más jóvenes era una buena noche para compartirla entre amigos.

En cuanto a la época de carnavales, durante la etapa de la dictadura como todos sabemos se dejaron de celebrar pero creo recordar que era la época en que los adolescentes "tirábamos los tiestos" o hacíamos sonar los "llamadores".

"Tirar los tiestos" consistía en llenar con arena bombillas fundidas, una botella de cristal o cualquier otro cacharro que fuera suceptible de romperse, empujabas el postigo de la casa, tirabas el tiesto y corrías cuanto podías a esconderte.

El otro "juego" requería que hubiera un escondite estratégico cerca de la casa que tenía llamador al que se ataba un hilo cuya visibilidad fuera la menor posible, y los chiquillos tirábamos de la cuerda, haciendo que los habitantes de la casa se asomaran una y otra vez con la consiguiente algarabía de los que llamábamos.