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LA HABA: Jajajaja, esta vez has escrito con ganas so jodía,...

Ante todo agradecerle a azul, que me haya sacado de la duda, gracias, y después explicar el rito del regalo. Esto para los jóvenes, nosotros, me refiero a los de 60 hacia arriba, lo sabemos de sobra. La cosa empezaba así, dos chicos se gustaban, pero el chico es el que tenía que tomar la iniciativa del acercamiento. Las chicas paseábamos por la plaza, en ristras, como los ajos, cinco o seis de brazo, los chicos ojo avizor a ver si la elegida se ponía alguno de los lados de la fila, en cuanto esto ocurría se ponía a su lado y le hablaba de algo intrascendente. Pero la intención ya estaba clara. Quería tema. Las veces posteriores, se hacía de rogar y las amigas colaboraban para dejarla en el extremo. Entonces las chicas no salíamos “con”, “paseábamos”, este periodo se alargaba bastante hasta la segunda fase. Salir solos, o sea a “pareja suelta”, lo cual era un notición. De ahí se pasaba a acompañarla a casa, donde en el trayecto, y con la complicidad de la falta de alumbrado empezaban los escarceos, lo siguiente era hablar en la puerta, esto ya era diario. Tocaba la puerta suavito o tú estabas al loro, los padres entraban sin dar las buenas noches, para no darse por aludidos, hasta tantear el terreno. Llegaba la hora de entrar en casa el novio (esa era la prueba de fuego), pero para eso debía gustarles a los padres de los dos, si no aquello no prosperaba. La prueba de que la novia era aceptada consistía en hacerle el “regalo”, venían los padres, unas hermanas o alguna otra representación de visita y se deshacían en halagos hacia la susodicha, que no levantaba los ojos del suelo con aquella situación tan violenta. Quedaban para una noche, y venían los más allegados con los envoltorios y algunos dulces y bebidas para el evento. En el regalo caía impepinablemente el típico juego de café, comprado ancá durán y que nunca se usaba, se ponía después en el trinchero en el que nunca se trinchó nada. Estoy segura que ninguna sabia porque se llamaba así, como los chineros, deberían ser para la china y mi abuela tenia cacharros de barro. Bueno pues a grandes rasgos así era el enamoramiento, con ligeras variantes. Si los novios se dejaban, ella debería devolver todo lo regalado por el durante el periodo del noviazgo, incluso las fotos que tuvieran juntos. Alguna se lo pasó por el forro, y dijo: lo que me regalaste, por lo que me sobaste, o en plan fino, por lo que me besaste. Otro día contaremos las bodas por interés. Bueno espero que no os haya entrado modorra con la batallita. Pensad que esto sucedía ayer mismo como quien dice. Igual que ahora vaya!. Buenas noches a todos.

Jajajaja, esta vez has escrito con ganas so jodía, qué bien lo has retratao, de modorra nada. Me ha gustao eso que cuentas de "si la elegida se ponía en algún extremo de la fila", menudo cachondeo era eso, y cómo se descarajaban de risa de lo gansos que siempre hemos sido los chicos en esas tareas. Recuerdo, por añadir algo de mi cantera, las toses y las garrasperas de garganta -ambas simuladas- con el que siempre te anunciaban los padres el "ojo, que tengo que pasá por ahí", siempre cabizbajos pa no meté la pata, aquello era la gloria: " ¡Qué joé con la garganta!"........, se justificaba el hombre.

Jejejejeje, saludos,