LA HABA: Saludos jabeños, vengo observando, que el foro últimamente...

Saludos jabeños, vengo observando, que el foro últimamente vá como los viejos motores Perkins, esto es, dá tirones largos, se encoge se desespereza, se estira y se apaga con el mismo impetu en todos los sentidos. Hemos ganado en pluralidad, en cambio opino que perdemos en cotidianidad, un aire de salvavidas lo impregna todo, acompañado de argumentos que salen de las tripas mas que de la cavidad craneal, que por otra parte, sería el sitio mas idóneo para fluir al exrterior.
Yo apruebo (no podía ser de otra forma), la libertad de cada cual para exponer lo que se le antoje, y a mí, en el uso de esa misma regla, lo que me inquieta es que la reacción del resto sea de desidia e indiferencia, acompañada del desgano de seguir por estos derroteros. Echo de menos algunos foreros-as que entraban con asiduidad y que, imagino, superados por el ambiente, nos leen desde la distancia y comparten sus opiniones con sus propios intestinos.
¡Cuanto os echo de menos!, añoro ese día a día del preguntar por los demás, de comentar lo caro que está todo, y que al declinar el día, nos sentemos delante del ordenador y nos contemos que tal fué la jornada. Compartir cosas que unan, me emocionan los relatos de Pedro Cantina narrados magistralmente por Leganés, los recuerdos de Victoria, los análisis de la actualidad de Yole, las añoranzas de Unomás y la espontaneidad y frescura de Andrea.
Y a mí, pues, no sé, me complace compartir con todos, como añoro el almendro que reinaba en medio de la llanura del camino de la Sierra de Magacela, Leganés si que lo echará de menos, él fué nuestro castillo de juegos en mi niñez, y nuestro fiel cómplice y espectador silencioso en nuestros primeros escarceos amorosos desatados en la fogosidad adolescente y............ bueno!, era solo un ejemplo, otro día hablaremos largo del querido almendro, saludos jabeños.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Bueno, bueno. Me has tocao un tema que memociona, el del almendro, el único árbol que me acompañaba en mis miradas nocturnas a la cabezuela, y al Cerro, y al que un día -que no fue una noche- tuve que imaginármelo porque -sin más aviso- se lo tragó la carretera: no creas, fue un golpe. Porque también, unos años antes pero no tantos, desapareció una burra parda que el entrañable Martín "Cábila" maneaba en la rastrojera eterna que tengo frente a mi puerta falsa: ME HA CAMBIADO EL PAISAJE, Paco, así ... (ver texto completo)