Preciosa tu "despedida", Pedro, más yo querría consolarte aduciendo que un amigo se tiene para que al faltar alguno, el recuerdo del otro siempre perdure, su sombra, como la del cipres, es alargada y bajo ella nos cobijaremos para no sentir esa orfandad que te proporciona el dolor de su ausencia. La huella que nos dejó Carlos, a los que le conocimos, es tan profunda, que la simpleza de la muerte no podrá borrarla nunca, un abrazo.