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LA HABA: Desertor de la era...

Desertor de la era
labrador exiliado
pueblerino perdido
en la enorme ciudad
anacrónico y triste
mi camino has cruzado
y me ha dado ternura
tu viril tosquedad.
Así empieza una canción de Victor Manuel, seguro que la habreis escuchado, escrita en 1968, en pleno áuge emigratorio de nuestros paisanos jabeños en busca del chusco por esos mundos de Dios. Unos a Madrid, a Barcelona otros y algunos fuera de nuestras fronteras. Años dificiles, me angustia solo el pensar que pasaría por la cabeza de ellos al enfrentarse con la visión del asfalto y el hormigón. Personas que estaban curtidas por el aire de la sierra Ortiga, de manos grandes y nudosas, acostumbradas al trato y al roce diario con sus animales, que cada vez que levantaban los ojos de la sementera veian el horizonte lejano, la sierra de Magacela, el puerto la cabra, la mencionada Sierra Ortiga, el aire de Febrero les curtia la piel del rostro y el calor asfixiante de Agosto les ennegrecia el cuello, formando surcos profundos en su nuca. Las largas noches en la era, al lado del montón de trigo o cebada, tirado en la manta con las alforjas de almohada y con la mágia del cielo extremeño velando su sueño. Sería terrible para ellos deshacerse de sus bestias y marchar hacia una ciudad y unas costumbres desconocidas, ya no podian ver la raya del horizonte, los bloques de viviendas le aprisionan y le engullen en su interior, las gentes pasarían a su lado con prisas inexplicables, gentes que no se saludan cuando se cruzan, que no se miran, que no se conocen. Y terminada la jornada no habría medio litro de vino que compartir con los amigos en la taberna, marcharía a casa huyendo de lo desconocido y refugiándose de esa nueva y puta vida, despues cenaría mecánicamente y sin levantar la mirada de la mesa, sin ver, alguna lágrima rodaría por su mejilla y quedaría colgando de su barbilla como un triste manantial.
El final de la canción es:
Pero hoy tienes las manos
secas como una rama
que el otoño desnuda
en la fría ciudad.
La ciudad que te ciega
la ciudad que te llama
la ciudad que destruye
tu calor y tu paz. Saludos jabeños.