Buenas tardes a todos. Me alegra estar de vuelta en este foro, en el que me encanta expresar mis ideas e inquietudes en compañía de todos vosotros. Hoy, me gustaría hacerlo con un poco de historia y reivindicación con motivo de la celebración del 1º de Mayo. Como todos sabemos, el 1º de Mayo o Día Internacional de los trabajadores, es la fiesta por antonomasia del movimiento obrero mundial. Se estableció, por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889. Se trata de una jornada reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago; estos sindicalistas y anarquistas fueron ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por la consecución de la Jornada laboral de ocho horas, cuyo origen tuvo la huelga iniciada el 1º de Mayo de 1886, y su punto álgido el 4 de Mayo en la llamada Revuelta de Haymarket. Adoptada esta conmemoración por numerosos países, llamativamente no se celebra en Estados Unidos ni en Canadá. En cambio si se celebra el llamado" Labor Day" el primer lunes de Septiembre mediante un desfile por las calles de Nueva York.
Esta mañana, ojeando las amarillentas hojas de un antiguo "Mundo Obrero", encontré una reflexión interesante sobre los derechos del trabajador, que se extrapola perfectamente a la situación laboral que atraviesa la clase trabajadora hoy en día. La reflexión decía más o menos así: Un derecho no es lo que alguien te debe dar, un derecho es lo que nadie te debe negar, por eso, se llaman derechos y no favores. Como estoy convencida de que indignándose desde el sofá los trabajadores no adelantamos nada, mañana saldré a la calle, me plantaré en Don Benito a las once, con mi mochila y mi bandera y con otros locos anti sofá como yo, reanudaremos la antigua marcha hasta el molino de Doña Blanca, gritando sí, cantando y reivindicando a cada paso todos y cada uno de los derechos de los trabajadore-as.... Hasta pronto.
Esta mañana, ojeando las amarillentas hojas de un antiguo "Mundo Obrero", encontré una reflexión interesante sobre los derechos del trabajador, que se extrapola perfectamente a la situación laboral que atraviesa la clase trabajadora hoy en día. La reflexión decía más o menos así: Un derecho no es lo que alguien te debe dar, un derecho es lo que nadie te debe negar, por eso, se llaman derechos y no favores. Como estoy convencida de que indignándose desde el sofá los trabajadores no adelantamos nada, mañana saldré a la calle, me plantaré en Don Benito a las once, con mi mochila y mi bandera y con otros locos anti sofá como yo, reanudaremos la antigua marcha hasta el molino de Doña Blanca, gritando sí, cantando y reivindicando a cada paso todos y cada uno de los derechos de los trabajadore-as.... Hasta pronto.