""Pero para los que llevamos a cuesta la cruz de la reflexión, que es mi caso, este episodio no acaba nunca en ese cordial y efímero saludo, en ese mecánico apretón de manos; no acaba en esa mirada con la que pretendemos escudriñar, de pies a cabeza, a ese ser extraño en que se ha convertido el entrañable niño que convivía con nosotros en los recovecos de la memoria. Y ya en el corral, observando la inconmensurable bóveda estrellada de la noche extremeña, con ese punto de alcohol que agudiza el ingenio pero que no deshilacha la razón, uno se pregunta por qué la naturaleza no nos concederá un mayor margen de vida; por qué –sin ofrecernos la eternidad, que debe ser un infierno- no nos permite vivir tantas vidas como sean necesarias como para buscar el tiempo perdido con ese amigo infantil que se nos ha hecho mayor sin disfrutarlo, o sufrirlo. Tantas vidas como para retomar esa tarea, esa función, que no hicimos y nos hubiera encantado realizar. Tantas vidas, o tanto tiempo, como el necesario para amar a tantas personas que se nos quedan en el camino porque en esta que se nos concede, tan corta, en un pispás, un niño amigo se te convierte en un adulto extraño sin darte tiempo a encajarlo"".
Pues no!, la vida es efímera y ateniéndonos a ese guión pre-establecido debemos dar rienda suelta a las emociones y no dejarlas flotando en el vacio. A mí, igual que a tí querido Leganés, tambien me ha pasado reencontrarme con alguna persona especial que hacía tiempo que no veía y todo lo que me ha salido es un saludo ridículo, corto y balbuceante, seguido de una rápida despedida prometiéndonos quedar otro día que el trajín diario nos dé un respiro, sabiendo por ambas partes que es una quimera porque seguramente no se nos dará otra ocasión como esta de decirnos lo mucho que nos añoramos, la de veces que recordamos episodios de nuestra niñez compartida y lo encantado que estaríamos de quitarnos esos complejos y mostrarnos tal como luego en soledad realmente somos y pensamos.
Más tarde, a solas, solo nos corroerá la angustia y el arrepentimiento de la ocasión perdida y maldeciremos nuestro pudor.
Por eso, cuando nos encontramos despues de un tiempo sin vernos, expresémonos nuestros sentimientos abiertamente, mutuamente, sin pudor, que cuando doblemos la esquina despues de despedirnos, una sonrisa ilumine nuestro rostro por la alegria del momento recien compartido. Saludos, jabeños.
Pues no!, la vida es efímera y ateniéndonos a ese guión pre-establecido debemos dar rienda suelta a las emociones y no dejarlas flotando en el vacio. A mí, igual que a tí querido Leganés, tambien me ha pasado reencontrarme con alguna persona especial que hacía tiempo que no veía y todo lo que me ha salido es un saludo ridículo, corto y balbuceante, seguido de una rápida despedida prometiéndonos quedar otro día que el trajín diario nos dé un respiro, sabiendo por ambas partes que es una quimera porque seguramente no se nos dará otra ocasión como esta de decirnos lo mucho que nos añoramos, la de veces que recordamos episodios de nuestra niñez compartida y lo encantado que estaríamos de quitarnos esos complejos y mostrarnos tal como luego en soledad realmente somos y pensamos.
Más tarde, a solas, solo nos corroerá la angustia y el arrepentimiento de la ocasión perdida y maldeciremos nuestro pudor.
Por eso, cuando nos encontramos despues de un tiempo sin vernos, expresémonos nuestros sentimientos abiertamente, mutuamente, sin pudor, que cuando doblemos la esquina despues de despedirnos, una sonrisa ilumine nuestro rostro por la alegria del momento recien compartido. Saludos, jabeños.