DEDICADO AL AMIGO TOMÁS D., EN RECUERDO DE UNA VELÁ CON MEMORABLES AUSENCIAS.
BELÉN FRANCESE Y LA PALABRA
Soy culpable, Belén, de obligarte a vivir en una estancia sideral donde eludimos todo contacto externo. Un juego inhumano en una cápsula del tiempo que nos sirve para observar el pueril ajetreo de vidas sin ser vistos. Poca cosa, amor, si lo comparamos con el dolor del poema, con la hiriente extensión de las palabras en un cauce que fluye turbulento al paso de falsos dioses. Todo el misterio en un suspiro. Y ahora puedes ver las tenebrosas imágenes con nitidez, el poco peso de todo lo vivido, el culto infame a esas leyendas risibles con las que los hombres proclaman su gloria, y exhumar el secreto de las tumbas sagradas que sólo encierran polvo de huesos. Mira como tiemblan mis labios ávidos del apocalipsis que sepultará a la humanidad como el perro entierra sus excrementos… con el consuelo de ver cómo en los últimos estertores del espanto sólo brilla la palabra.
BELÉN FRANCESE Y LA PALABRA
Soy culpable, Belén, de obligarte a vivir en una estancia sideral donde eludimos todo contacto externo. Un juego inhumano en una cápsula del tiempo que nos sirve para observar el pueril ajetreo de vidas sin ser vistos. Poca cosa, amor, si lo comparamos con el dolor del poema, con la hiriente extensión de las palabras en un cauce que fluye turbulento al paso de falsos dioses. Todo el misterio en un suspiro. Y ahora puedes ver las tenebrosas imágenes con nitidez, el poco peso de todo lo vivido, el culto infame a esas leyendas risibles con las que los hombres proclaman su gloria, y exhumar el secreto de las tumbas sagradas que sólo encierran polvo de huesos. Mira como tiemblan mis labios ávidos del apocalipsis que sepultará a la humanidad como el perro entierra sus excrementos… con el consuelo de ver cómo en los últimos estertores del espanto sólo brilla la palabra.