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LA HABA: HISTORIAS JABEÑAS, conversaciones con Pascasio....

HISTORIAS JABEÑAS, conversaciones con Pascasio.

Nos unen los años, las clacas (alguna importante) y nos unen los recuerdos; nos emociona (y casi nos hace lagrimear) rememorar cómo nació el bar “Canario”, nos hace feliz recordar cómo logró fama y reconocimiento regional, y nos apena constatar cómo ha languidecido sin entrar en los porqués; nos apasiona hablar con y del jabeñerío, rememorar las anécdotas de los que ya no están; en fin, Pascasio y yo tenemos muchas cosas en común, y él atesora un atributo que ya puntúa poco: ser una buena persona, asín que yo hace mucho tiempo que lo escogí como amigo para siempre.

Hablamos mucho, sí, sí, digo que hablamos mucho, más que nunca. Y hoy hemos hablado de nuestro amigo común Casimiro, q. e. p. d., que hizo “carrera” en el Canario. Pascasio me habla de él constantemente, yo tomo nota. Hoy hemos recordado cuando otro amigo común, mu audaz y mu generoso, quiso complacerlo (Casimiro era un bailón empedernido, especialista en tangos), y para hacerlo feliz lo llevó a Don Benito; era una Noche de Reyes en todo el esplendor de lo que fue el Hotel Mirian, centro del pijerío extremeño de los años sesenta y setenta. Esa noche, -entonces no existían las ONG- alguien convocó a la gente de bien a una gala benéfica, para el Domund, los “negritos de África”, “los chinitos” o algo así, y allí se dieron cita lo mejor de la sociedad de la región: labradores “fuertes”, condes arruinados, ricos emergentes, médicos especialistas -que aquí siempre los hubo-, gente mu pía de la iglesia dentonces, etc. etc.

La gala ofrecía la actuación de un ballet muy famoso entonces que lideraba una espléndida vedete: esta era…. guapa, compacta, alta -pero que mu alta, eh- (de recias y larguíiiisssimas piernas), era un espectáculo en sí misma: “ ¡Madrecita de mi vida y de mi corazón, si eres de otro mundo dime a qué has venido!” dijo Casimiro al verla, (frase que repetía como una letanía cuando alguna mujer le impactaba); “ ¡Cómo está la viajera, Dios mío!”, añadió; y más tarde: “ ¡Cuatrera, qué alto meas!”. Y en esto que nuestro amigo el pudiente se hizo un aparte y sin mediador que valga le hizo una propuesta al organizador de la fiesta. Inopinadamente, el presentador de la gala cogió el micrófono-alcachofa y dijo para sorpresa del personal asistente:

“SEÑORAS Y SEÑORES, RUEGO DESPEJEN LA PISTA DE BAILE POR UNOS MOMENTOS: LA ORQUESTA “MONTI”, DE TRUJILLO, VA A INTERPRETAR EL FAMOSO TANGO “CAMINITO” PARA SER BAILADO POR UNA PAREJA MUY ESPECIAL” (Creo que el locutor fue Ángel Valadés, más tarde famoso y popular en la radio).

Bueno, bueno, bueno: mi Casimiro, cogió por los brazos a la vedette, o ella a él –tanto monta- y voló de felicidad por toda la pista. La pareja era mu desigual, porque la barbilla de Casi….., casi se apoyaba en el sensual canalillo que separaba los dos cántaros turgentes que emergían de aquel monumento de mujer: bordaron el tango; asín que unos rieron, otros se emocionaron y todos al final aplaudieron. Y CASIMIRO FUE FELIZ.

Y aluego, nuestro amigo le sacudió 10.000 pta., de las de 1970 (aplíquese el IPC), al cepillo que portaba una de las ricas beatas calabazonas que lideraban aquel evento; pero esta inversión -y quizá otras- le aseguran un hueco en el Cielo que para muchos existe y ansían.

Seguiremos contando cosas del más atrás,