Una vez ya contamos aquí cómo están desapareciendo los postigos, aquellas puertas pequeñas abiertas en otra mayor, que –entreabiertas- eran como una seña de identidad de la hospitalidad extremeña, una manera de decir desde la puerta principal: “estamos dentro, por si necesitáis algo”. Las puertas que daban al corral también solían tenerlo, y recuerdo cómo a veces, a través de él, asomaba su cabeza algún que otro burro o mula de los que entonces convivían con nosotros.
A eso vengo, “fanegas”, me pregunto si hay alguna mula en el pueblo. ¡Lástima de animal!, como se la utilizaba sólo para trabajos forzados y ahora la sustituye el tractor y otras maquinarias agrícolas, me temo que de no tomar medidas puede que nos quedemos sin las simpáticas mulas. Por otra parte, al ser híbridos que no se pueden fertilizar entre sí, todavía lo tienen más difícil. ¡Pobres mulas!, qué buen papel hicieron en la antigua labranza, trabajaban con la sumisión de un burro y la fuerza de un caballo, su voz era como una especie de gemido que mezclase el rebuzno y el relincho: un misterio de la Naturaleza.
En el pueblo siempre escuché que estos híbridos eran estériles; los mulos lo son siempre, pero hay que matizar que las mulas excepcionalmente pueden no serlo: en los años cincuenta fue noticia en el “Parte” una mula cordobesa que alumbró un animalito, no recuerdo si potro o pollino, al que bautizaron con el nombre de “Milagros”.
En ese viaje que, en un pispás, hice a La Jaba la semana pasada, aproveché el tiempo para hablar de las cosas que mencantan con la gente de la que aprendo; escuché a mi amigo Juez que quiere e intenta tener una mula, y posee para ello los dos ingredientes necesarios: una preciosa yegua y un vigoroso y apasionado burro.
Pero existe un gran problema: el burro es mu bajito y la yegua es tan alta y esbelta que su armonía de remos refleja con belleza la proporción del número áureo: ¡Pobre burro!, jejejeje, no alcanza a copular, no consigue ajondar. Mi amigo está haciendo todo lo humanamente posible, pero no hay manera. Le apunté que encaramase al burro encima de un cimbranto y la yegua abajo cogía del cabresto, pero ya está probao y tampoco, vamos, ques incapaz de metérsela. Y mira que el animal está bien dotado y siempre a reventar de ganas, comenta su hijo Juez Jr. quien añade: “ ¿Leche….? ¿Que si tiene semen?”, me pregunta y se responde él solo: “aun con ella fuera, cuando ya se pone remoto, echa un borbotón que si no andas listo te pone gimiento”, jejejeje. Lástima desperdicio, pienso yo: “Oye”, le digo, “ ¿no podíais excavar un foso, como el de los talleres de coches, pa bajar la yegua a medida del burro?”. Parece que tampoco, el burro pierde estabilidad en sus estertores, se pone nervioso y es imposible hacerlo eyacular dentro. “No sabes, Leganés, las desazones que se lleva el pobre”, me dice compasivo mi amigo. Y le comprendo, debe ser desolador y hasta cabreante para él, digo para el burro, disparar tantos tiros al aire.
Termino y me dirijo al Sr. Juez: con guantes o a manos limpias, me ofrezco como mamporrero ayudante para intentar dirigir el hermoso miembro hacia su natural destino, pues el pobre burro merece ya una satisfacción plena, joé. Todo sea por tener una mulita jabeña, ¡qué ilusión me haría!
Buenas noches a to el jabeñerío,
(Todo lo que es natural, “fanegas”, es compatible: tú, desde tu cargo, ya conciliarás las distintas posiciones, pero que prevalezca el medio ambiente sano ques lo quel Foro te tiene encargao. Un saludo, tío).
A eso vengo, “fanegas”, me pregunto si hay alguna mula en el pueblo. ¡Lástima de animal!, como se la utilizaba sólo para trabajos forzados y ahora la sustituye el tractor y otras maquinarias agrícolas, me temo que de no tomar medidas puede que nos quedemos sin las simpáticas mulas. Por otra parte, al ser híbridos que no se pueden fertilizar entre sí, todavía lo tienen más difícil. ¡Pobres mulas!, qué buen papel hicieron en la antigua labranza, trabajaban con la sumisión de un burro y la fuerza de un caballo, su voz era como una especie de gemido que mezclase el rebuzno y el relincho: un misterio de la Naturaleza.
En el pueblo siempre escuché que estos híbridos eran estériles; los mulos lo son siempre, pero hay que matizar que las mulas excepcionalmente pueden no serlo: en los años cincuenta fue noticia en el “Parte” una mula cordobesa que alumbró un animalito, no recuerdo si potro o pollino, al que bautizaron con el nombre de “Milagros”.
En ese viaje que, en un pispás, hice a La Jaba la semana pasada, aproveché el tiempo para hablar de las cosas que mencantan con la gente de la que aprendo; escuché a mi amigo Juez que quiere e intenta tener una mula, y posee para ello los dos ingredientes necesarios: una preciosa yegua y un vigoroso y apasionado burro.
Pero existe un gran problema: el burro es mu bajito y la yegua es tan alta y esbelta que su armonía de remos refleja con belleza la proporción del número áureo: ¡Pobre burro!, jejejeje, no alcanza a copular, no consigue ajondar. Mi amigo está haciendo todo lo humanamente posible, pero no hay manera. Le apunté que encaramase al burro encima de un cimbranto y la yegua abajo cogía del cabresto, pero ya está probao y tampoco, vamos, ques incapaz de metérsela. Y mira que el animal está bien dotado y siempre a reventar de ganas, comenta su hijo Juez Jr. quien añade: “ ¿Leche….? ¿Que si tiene semen?”, me pregunta y se responde él solo: “aun con ella fuera, cuando ya se pone remoto, echa un borbotón que si no andas listo te pone gimiento”, jejejeje. Lástima desperdicio, pienso yo: “Oye”, le digo, “ ¿no podíais excavar un foso, como el de los talleres de coches, pa bajar la yegua a medida del burro?”. Parece que tampoco, el burro pierde estabilidad en sus estertores, se pone nervioso y es imposible hacerlo eyacular dentro. “No sabes, Leganés, las desazones que se lleva el pobre”, me dice compasivo mi amigo. Y le comprendo, debe ser desolador y hasta cabreante para él, digo para el burro, disparar tantos tiros al aire.
Termino y me dirijo al Sr. Juez: con guantes o a manos limpias, me ofrezco como mamporrero ayudante para intentar dirigir el hermoso miembro hacia su natural destino, pues el pobre burro merece ya una satisfacción plena, joé. Todo sea por tener una mulita jabeña, ¡qué ilusión me haría!
Buenas noches a to el jabeñerío,
(Todo lo que es natural, “fanegas”, es compatible: tú, desde tu cargo, ya conciliarás las distintas posiciones, pero que prevalezca el medio ambiente sano ques lo quel Foro te tiene encargao. Un saludo, tío).