Bufffff ¡qué jodido está el foro! Hacía tiempo que no me pasaba por aquí (trabajo que se acumula) y constato que no hay una sola entrada desde hace cinco días. En fin, son los biorritmos del otoño, la ciclotimia de una lánguida estación y sus cielos plomizos. Voy a ver si ahondo más en la penumbra con una escueta epístola y animo a la gente a ir al cine con la crítica de una peli que me gustó mucho, sé por mi correo que mis fans me echaban de menos, va para ellos y para toda la gente que le va cogiendo el puntito a ¿cómo lo has llamado tú Jaume?... "mi descarnada prosa". Gracias, amigos.
EMMA FRAIN, UN INSTANTE DE LUZ INMENSA
Cae la noche, y lo insólito es, Emma, que ya no me duele ver morir el día ni me importan las sombras que quedan a la intemperie ni el delito que acecha con ojos clandestinos. El veneno de la traición ha hecho mella en la esperanza apagando la elegía del pastor y enterrando las huellas del poeta. Pero yo recuerdo el tiempo eterno, la luz violeta sobre la placidez del mar, la serpenteante ductilidad del amor sobre la arena, la música cálida y difusa de los poblados primitivos, el sabor salado de tu sexo y mi cuerpo consumiendo el hálito de tu cuerpo, para habitar en ti, al calor de tu hechizo y la desnuda indigencia. Ay, hermosura ¿dónde está ese instante de luz inmensa? ¿Dónde el clamor y la llamarada? Si ya sólo vivimos para el desahucio, esperando la brisa caliente y afilada de las navajas.
EMMA FRAIN, UN INSTANTE DE LUZ INMENSA
Cae la noche, y lo insólito es, Emma, que ya no me duele ver morir el día ni me importan las sombras que quedan a la intemperie ni el delito que acecha con ojos clandestinos. El veneno de la traición ha hecho mella en la esperanza apagando la elegía del pastor y enterrando las huellas del poeta. Pero yo recuerdo el tiempo eterno, la luz violeta sobre la placidez del mar, la serpenteante ductilidad del amor sobre la arena, la música cálida y difusa de los poblados primitivos, el sabor salado de tu sexo y mi cuerpo consumiendo el hálito de tu cuerpo, para habitar en ti, al calor de tu hechizo y la desnuda indigencia. Ay, hermosura ¿dónde está ese instante de luz inmensa? ¿Dónde el clamor y la llamarada? Si ya sólo vivimos para el desahucio, esperando la brisa caliente y afilada de las navajas.