Te equivocas, Leganés, existe una diferencia esencial: casi todos esos autores citados sentían un asco universal hacia la existencia, seres desgarrados y malditos en la búsgueda de un ideal para la evasión, amantes de los héroes desgraciados y cómplices de una supina decadencia. Almódovar sólo siente asco hacia esa parte de la sociedad que no coincide con sus ideales o intereses personales, económicos o artísticos, de ahí que quisiera fabricar un cordón sanitario para sentirse aislado de tan tremenda pestilencia. Queda retratado como lo que realmente es: un tipo mediocre que aun en el Matrix progre hay mucha gente que reniega de él, de su vulgaridad y soberbia. En el Olimpo de mis inmortales de la música, del cine y la literatura estarán Kurt Cobain, Jimi Hendrix, Ian Curtis, Pasolini, Visconti, Jean-Pierre Melville, Wilder, J. M. Coetzee, Stendhal... pero te aseguro que jamás habrá sitio para Pedro Almodóvar.
Tienes una facilidad pasmosa para hacer análisis simplistas de cosas que por infamantes y calumniosas son causa de delito en nuestra presente aunque obtusa legislación: pregúntale a los representantes y votantes de esa legítima formación política si las acusaciones gravísimas del ínclito director manchego son una mera anécdota soltada con la mayor de las ingenuidades. Ya verás lo simpático que cae el personaje en las tertulias de las tabernas. Cuéntales también si cuando salgan elegidos presidentes de una mesa electoral y no les apetezca presentarse no les pasará nada como nada le ocurrió a él.
Patrioteros ¿cómo quién? Que yo sepa los únicos que airean desde hace tiempo ese espantajo son los fanáticos nacionalistas (es decir muchos extremeños y andaluces que viven, por ejemplo en Cataluña, y que arropados por un extraño síndrome de Estocolmo son ahora más nacionalistas que nadie en pos de una felona caricia o una ingrata aceptación). Cualquier ciudadano preocupado sabe desde hace tiempo que no existe otra patria que la economía, convertida en una dictadura tan lesiva, corrupta y cruel como cualquier otra pero disfrazada dentro de un marco y una legalidad democrática, que cuando lo que falla es el sistema no hay sitio para el idealismo ni para el romanticismo, que la revolución es una quimera y la utopía un concepto onírico, y que los 504.000 km2 que marcan los límites de nuestro territorio sólo han servido para dar cobertura a los desmanes de una legión de chorizos y sinvergüenzas que han dilapidado el capital humano y los recursos naturales de uno de los países con mayor proyección del mundo.
De eso somos culpables, en mayor o menos medida, todos. Y se hace necesario leer el último y magnífico libro "Todo lo que era sólido", de Antonio Muñoz Molina, para darse cuenta la maldad de unos políticos que nos han usurpado una riqueza y unos territorios soberanos que sólo pertenecen al pueblo, de la irresponsabilidad de unos intelectuales que viciaron de manera torticera a la opinión pública degradando unos valores que son irrenunciables porque en ellos se basan los sanos principios de la igualdad y la convivencia. Y da igual que lo hicieran por intereses espurios, idealistas, en vistas a un sustento, una mejora, un ascenso o un lugar en el sol.
"Que cada uno elija ser un ciudadano adulto en vez de un hooligan o un siervo del líder o un niño grande y caprichoso o un adolescente enclaustrado y narcisista. Después de tantas alucinaciones, quizás sólo ahora hemos llegado o deberíamos haber llegado a la hora de la razón".
Antonio Muñoz Molina
Va por ti, Mario, ya que hace tiempo que me echas en cara mi inacción en temas de calado social y político.
Tienes una facilidad pasmosa para hacer análisis simplistas de cosas que por infamantes y calumniosas son causa de delito en nuestra presente aunque obtusa legislación: pregúntale a los representantes y votantes de esa legítima formación política si las acusaciones gravísimas del ínclito director manchego son una mera anécdota soltada con la mayor de las ingenuidades. Ya verás lo simpático que cae el personaje en las tertulias de las tabernas. Cuéntales también si cuando salgan elegidos presidentes de una mesa electoral y no les apetezca presentarse no les pasará nada como nada le ocurrió a él.
Patrioteros ¿cómo quién? Que yo sepa los únicos que airean desde hace tiempo ese espantajo son los fanáticos nacionalistas (es decir muchos extremeños y andaluces que viven, por ejemplo en Cataluña, y que arropados por un extraño síndrome de Estocolmo son ahora más nacionalistas que nadie en pos de una felona caricia o una ingrata aceptación). Cualquier ciudadano preocupado sabe desde hace tiempo que no existe otra patria que la economía, convertida en una dictadura tan lesiva, corrupta y cruel como cualquier otra pero disfrazada dentro de un marco y una legalidad democrática, que cuando lo que falla es el sistema no hay sitio para el idealismo ni para el romanticismo, que la revolución es una quimera y la utopía un concepto onírico, y que los 504.000 km2 que marcan los límites de nuestro territorio sólo han servido para dar cobertura a los desmanes de una legión de chorizos y sinvergüenzas que han dilapidado el capital humano y los recursos naturales de uno de los países con mayor proyección del mundo.
De eso somos culpables, en mayor o menos medida, todos. Y se hace necesario leer el último y magnífico libro "Todo lo que era sólido", de Antonio Muñoz Molina, para darse cuenta la maldad de unos políticos que nos han usurpado una riqueza y unos territorios soberanos que sólo pertenecen al pueblo, de la irresponsabilidad de unos intelectuales que viciaron de manera torticera a la opinión pública degradando unos valores que son irrenunciables porque en ellos se basan los sanos principios de la igualdad y la convivencia. Y da igual que lo hicieran por intereses espurios, idealistas, en vistas a un sustento, una mejora, un ascenso o un lugar en el sol.
"Que cada uno elija ser un ciudadano adulto en vez de un hooligan o un siervo del líder o un niño grande y caprichoso o un adolescente enclaustrado y narcisista. Después de tantas alucinaciones, quizás sólo ahora hemos llegado o deberíamos haber llegado a la hora de la razón".
Antonio Muñoz Molina
Va por ti, Mario, ya que hace tiempo que me echas en cara mi inacción en temas de calado social y político.