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LA HABA: Ahora mismito, Paco, cierro los ojos y me siento allí;...

Os aseguro que es una buena terapia, pasear hasta la plaza, sentarse en un banco al atardecer, cuando el horario de trabajo dá paso al ocio, mirar a los niños jugar despertando su inquieta fantasia, admirar la caida de las hojas ante la llegada colorista del otoño, los ancianos sentados mirando el paso rápido de la vida, otros con su cojín a cuestas buscando compañero de conversación, dos amigos debajo del entoldado del bar de Santi compartiendo cervezas y risas, sopla una brisa fresca y deliciosa, si cierras los ojos, el griterio infantil te transmite una estampa de paz y serenidad en medio de tanta crispación, tanta prisa y tanto aislamiento.
Lo mismo pasa si recorres el canal arriba y abajo, te cruzas con gente que saludas y que pueblan el mismo círculo que tú, y en algún momento te embarga una emoción relajante de placer por lo que te rodea, por aquellos que comparten instante contigo.
No!, no hace falta retorcer la mente, solo observarlo todo con una mirada clara, límpia, sin prejuicios, y nos daremos cuenta que es un ejercicio muy recomendable.......... FALSO, pero recomendable.
Porque ese mismo método nos puede valer para ver la otra cara de la moneda, la de la envidia, el rencor, las habladurias y todas esas "virtudes" que anidan entre nosotros. Casi siempre la sensación que cobijamos no es esa (por desgracia), es la seguridad de estar rodeado de hipocresía, falsedad y falsos compromisos, ¿donde nos conduce esa maldita carretera?, ¿al caos?, ¿al individualismo?, ¿a destrozar nuestros principios y recomenzar con ansias de revancha?. NO! de esa manera traspasaríamos la delgada línea que nos separa de ellos y engordaríamos la manada de seres oscuros.
Prefiero seguir respirando el aire purificador del pantanillo (siempre el pantanillo), cada temprano y nuevo atardecer, oler el laurel a la vera del camino de la Sierra de Magacela y sentir en la garganta el olor empachoso de la jara mojada por las lluvias de Noviembre, allí, en plena naturaleza, no encuentras engaños, nunca te vá a enseñar un rostro que no sea el suyo y te transmite esa paz tan necesaria en el espíritu que ademas es presagio de bonanza. Te ayuda a recordar a los tuyos y te dá la paciencia necesaria para esperar tiempos nuevos. Saludos jabeños.

Ahora mismito, Paco, cierro los ojos y me siento allí; puestos a soñar me podía hacer niño o viejo pero....., ¿sabes lo quhepensao?, me quedo como estoy le pido una birra y un chato a Torterilla y me lo tomo contigo, ¿qué te parece?

Un fuerte abrazo,