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LA HABA: La codicia en un vertedero...

La codicia en un vertedero
EL CONSEJERO
DIRECTOR: RIDLEY SCOTT.
INTÉRPRETES: MICHAEL FASSBENDER, JAVIER BARDEM, CAMERON DÍAZ, PENÉLOPE CRUZ, BRAD PITT, RUBEN BLADES.
GÉNERO: THRILLER / EE. UU. / 2013 DURACIÓN: 117 MINUTOS.

Este cronista andaba muy mosqueado con las críticas negativas que había recibido la última película de Ridley Scott, EL CONSEJERO, al otro lado del Atlántico. Como saben mis lectores más cinéfilos, Scott cuenta en su filmografía con tres obras maestras indiscutibles: Los Duelistas (1977), Alien, el octavo pasajero (1979) y Blade Runner (1982). Pero en su ya extenso currículum como director podemos encontrar muchas obras que aun situadas algún peldaño por debajo de los tres films citados tienen mucha más calidad que filmografías completas de infinidad de directores: La sombra del testigo (1987), Thlema & Louise (1991), Gladiator (2000), American Gangster (2007), Red de mentiras (2008).

Claro que, todos nos preguntamos cómo el firmante de semejante historial artístico, que le ha hecho acreedor de un lugar destacado en la historia del cine, ha podido pergeñar bodrios como La teniente O´Neil (1997), Los Impostores (2003) o Un buen año (2006), por citar unos ejemplos. A pesar de lo que dijera Baudelaire, la respuesta es simple: no se puede ser sublime sin interrupción. No obstante, había en su nuevo proyecto un par de aspectos que me hacían estar impaciente: un elenco espectacular y, sobre todo, que el film se erigía sobre un guión original (es decir, sin basarse en ninguna novela suya) de Cormac McCarthy, el autor de las magníficas Meridiano de sangre, No es país para viejos y La Carretera. Una vez cocinado, horneado y servido el pastel no puedo sino confirmar la miopía, sordera y atrofiado paladar de todos esos críticos y concluir que estamos ante otra gran obra de un gran gourmet.

La película nos presenta a un abogado del que nunca se cita el nombre (Michael Fassbender) que a pesar de vivir de manera muy solvente no parece estar contento con lo que tiene, y cree que su preciosa novia y futura esposa, Laura (Penélope Cruz), de la que está enamorado hasta las cachas, se merece más. Para solventar la cuestión, decide introducirse en el peligroso mundo del tráfico de cocaína. Así, se traslada a la frontera de Estados Unidos con México, donde se alía con un poderoso traficante llamado Reiner (Javier Bardem) para vender un cargamento valorado en 20 millones de dólares. Por allí aparece también un extraño personaje (Brad Pitt) que participa en la arriesgada operación. Por otra parte, una atractiva mujer argentina, Malkina (Cameron Díaz), que posee cierta conexión con Reiner, entrará en escena siendo una pieza esencial. Sin embargo, nada saldrá como estaba planeado, por lo que el heterogéneo grupo tendrá que hacer frente a situaciones de extrema violencia, pues sus respectivas ambiciones serán su perdición.

Como queda apuntado, el mayor atractivo para un fan de la literatura Cormac McCarthy es hacer identificables sus diálogos y personajes, y a fe que en EL CONSEJERO esto es lo más significativo hasta el punto de que es más reconocible su particular universo temático que el pulso y la mirada original de Scott. McCarthy apenas concede entrevistas y la primera vez que apareció en televisión fue en 2007, pero es fácil adivinar que tiene debilidad por el cine, prueba de ello es este guión de hierro y su aparición, junto con su hija, el año de aquella edición de los Oscar de No es país para viejos. El escritor norteamericano, como gran explorador de las raíces del mal y la violencia salvaje, siempre dota a sus personajes de una rica e inteligente verborrea, esto se nota en los excelentes diálogos del film que están siempre salpicados por una afilada inquietud. En la función vemos desfilar una galería de personajes corroídos por la codicia y enredados en el siempre sórdido y amenazante mundo del narcotráfico, la ilusión en la búsqueda de un dinero fácil que ponga definitivamente fin a sus preocupaciones y de estabilidad a sus relaciones sentimentales. Para ello tienen que correr riesgos inasumibles, un precio muy elevado, pero las tentaciones son tan humanas.

A pesar de la curiosa escena sexual de Cameron Díaz con un Ferrari California amarillo, de momentos de ultraviolencia pulp dentro de una sucia atmósfera Tex-Mex e inspiración tarantiniana, el verbo se impone siempre a las imágenes para razonar sobre lo humano y lo divino, el capitalismo salvaje y los ritos de la sociedad actual, el perdón, la culpa y las encrucijadas del destino. En EL CONSEJERO encontramos todas las constantes obsesivas de la literatura de McCarthy: el deseo y el amor que arrastra a los hombres débiles a la perdición, el mal en su representación más gráfica y cruel, el poder como arma de control… y el espectador avispado sabrá sacar partido de esa primera hora de diálogos en distintos escenarios y que comienza con un explosivo cunnilingus con el que nuestra Pe se muestra agradecida. Diálogos trascendentales que se suceden para cimentar un pacto con el diablo y la gran tragedia, que lleva a nuestro protagonista (un consejero que acepta consejos) a recorrer los sinuosos caminos que le conducen hasta la puerta misma del infierno con un pase vip. Un arco dramático en fatal in crescendo que pone énfasis a la visión descorazonadora de su autor.

Sabemos que Ridley Scott es un director bastante onanista y de gran sofisticación visual, de lo que estamos también seguros es de que pocas veces ha sido tan fiel a la idea de un libreto como en este relato fronterizo que basa su peculiaridad en el modo discursivo de plantear los dilemas morales, una fábula rebosante de sentencias y condicionamientos semánticos, en la que igual se cita a Machado que se divaga sobre la mujer y la moral o sobre una compleja y letal arma que rebana a la víctima el cuello. Fassbender luce en los momentos más dolorosos, y aunque Javier Bardem y Penélope Cruz cumplen sin demasiadas alharacas, es Cameron Díaz quien trasciende el vulgar bosquejo de Femme Fatale para convertirse en una letal y sibilina serpiente. A diferencia de todos esos críticos desconcertados ante la abstracta caligrafía de la cinta, ocurre que a mí todas esas personalidades –de algún modo escindidas- me resultan magnéticas y vigorosas, me gusta cómo se mueven, cómo visten, cómo hablan y finalmente como arden en la hoguera de las vanidades a la que se han visto arrastrados por su gran avaricia: anhelos que se despeñan por un vertedero como manjar para las aves carroñeras.